"El abuelo Edistio se nos hace mayor"

San Millán de los Caballeros celebró este sábado su cumpleaños más especial, el de los 100 años que son el orgullo del pueblo y por supuesto, de los suyos, de su familia

T. Giganto
06/10/2019
 Actualizado a 06/10/2019
A sus 100 años, Edistio vivió este sábado el homenaje de sus familias y de sus vecinos de toda la vida, sus orgullosos paisanos de San Millán de los Caballeros.
A sus 100 años, Edistio vivió este sábado el homenaje de sus familias y de sus vecinos de toda la vida, sus orgullosos paisanos de San Millán de los Caballeros.
"Que Edistio el de San Millán cumple 100 años, tú fíjate. ¡Qué vitalidad! ¡Qué vida!", comentaban por los alrededores de San Millán de los Caballeros estos días. Todos saben quien es Edistio Ugidos, todos saben de qué vitalidad hablan, todos conocen esa vida. Un siglo de Historia nunca fue fácil. Menos aún uno de vida. Edistio sabe lo que es el miedo de una guerra y palpó la miseria de una posguerra. Conoció la ilusión con el nacimiento de cada uno de sus ocho hijos y padeció la pena de perder en accidente de tráfico a la que fuera su compañera de vida durante 43 años, Tomasa.

Todo empezó en vísperas de San Froilán, un 4 de octubre de hace 100 años. Entonces Donaciana, casada con Miguel, dio a luz a Edistio con toda la vitalidad con la que puede nacer el hijo de un pastor, el hijo de un pueblo que ayer celebró por todo lo alto el orgullo que supone para los vecinos de San Millán de los Caballeros el tener entre ellos a un vecino centenario. Pero los años son lo de menos cuando toca celebrar un vida tan vivida como la de Edistio, que ya echa las cuentas de la vida en hijos, nietos y biznietos: 8, 14 y 19, respectivamente. Aunque por mucho que se dejen las cifras a un lado, los años son los años. No pasan en balde y dejan pendiente una factura con la salud, que flaquea y más después de una recaída que el centenario sufrió hace un par de años.

De San Millán partió Edistio para el luchar en Madrid en el frente de la Guerra Civil. Lo que él no sabía entonces es que tendría que volver allí por otra lucha muy diferente, la que iba contra la ausencia de Tomasa. A Madrid volvió tras fallecer su mujer para afrontar una nueva etapa junto a su hija mayor y para volver ya desde hace unos años a sus raíces, donde los hijos cuidan de él y donde los vecinos presumen de contar entre ellos con un centenario.

«Honrado, trabajador, noble, alegre y un poco estricto», decía ayer una de sus hijas que le agradecía el haber enseñado a todos «a ser capaces de levantarnos después de una derrota y triunfar». De ahí que haya vivido el homenaje que le brindó este sábado el Ayuntamiento de San Millán de los Caballeros con mucha alegría y con los ojos llenos de lágrimas de emoción, con la misma pasión con la que vive la vida, la que ahora saborea junto a los suyos contemplando a las nuevas generaciones de Ugidos como Nerea que le mira con admiración y devoción. Y eso que todavía no sabe a sus 5 años lo que supone vivir 100.
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