El abuelo del 'Bla Bla Car' iba para León

El Diario de Madrid del 30 de octubre de 1791 publicaba un curioso anuncio sobre un coche que iba a viajar "con dos personas decentes" y solicitaba: "Si hubiese otras dos que quisieran tomar asiento en él para el mismo pueblo...". ¿Destino? León. Y faltaban más de dos siglos para el ‘Bla Bla Car’

Fulgencio Fernández
23/08/2020
 Actualizado a 23/08/2020
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«Voy una o dos veces por semana de Zamora a León y regreso el mismo día. Busco persona/s que haga mismo itinerario para compartir gastos, yo tengo coche y a la vez me ofrezco de acompañante en Zamora.  Soy hombre, de 48 años».

«El martes próximo sale un coche para la Ciudad de León con dos personas decentes; si hubiese otras dos que quieran tomar asiento en él para el mismo pueblo o su carrera, acudirán a la puerta del Sol tienda de D. Hilario Fernández Valledor junto a la espadería, el que dará razón en donde han de tratar de este asunto».

La redacción es diferente, pero el contenido es prácticamente el mismo, una oferta de compartir coche para un viaje. Lo curioso es que hay más de dos siglos de diferencia pues mientras el primero es un anuncio actual, de los muchos que ofrece ese sistema de economía colaborativa que es ‘bla bla car’, el segundo de ellos es un anuncio que el periodista berciano Mario Tascón encontró, ya hace años, en el Diario de Madrid del 30 de octubre de 1791, que para más señas era domingo.

Qué curioso, cuando no hace tanto que se creó el sistema ‘bla bla car’ para viajar, en la Navidad del año 2003, cuando su creador, Frédéric Mazzella, tenía que volver a casa y no quedaban billetes de tren libres.

En este caso  parece que era Hilario  Fernández Valledor, «el abuelo de bla bla car» quien quería desplazarse hasta ¿su tierra? leonesa y ahorrarse unos reales en el viaje.

Y para si se perdían los viajeros de Madrid a León, o a cualquier parte, otro leonés, Antonio Martín Santos, patentó el abuelo del GPS (en 1955), que llamó automapas: «Un aparato que permitía orientarse por las diversas carreteras del Estado a bordo de un automóvil, sin necesidad de desplegar mapas, ni planos». Y, como  en el caso de Mazzella, era una necesidad pues había viajado de León a Jaén para visitar a una hija y se perdió por el camino. Y debió decir, «nunca más», e inventó ese complicado sistema de mapas conectado al acelerador e iba avanzando en una pantalla con increíble precisión.

Si eso no es una especie de GPS... pues llámalo auto mapa.
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