
Sin embargo, lo verdaderamenteimportante es saber qué tipos de materiales se usaron, cómo se iba avanzando en los tramos, las formas de unir las piezas, el andamiaje de madera para seguridad de los obreros y poner materiales diversos que iban desde una pequeña fragua portatil, tener el carbón de hulla para calentar los remaches, muchas herramientas de mano... ymientras tanto, unos bulones eran los encargados de centrarlos agujeros, como a la vez sostener todo el entramado. La torre iba subiendo conpequeñas grúas a vapor fijadas a la misma torre.La pintura que se usó para que no se oxidara el hierro, la creatividad de los ingenieros comandados por Gustave Eiffel, que va desde la cimentación hasta la última pieza a más de 300 m; los números hablan pos sísolos;mencionamos aquellos más relevantes: por ejemplo, la Torre lleva 18.000 piezas, 5.300 diseños de taller, 50 ingenieros y diseñadores,150 operarios en la fábrica de Levallois-Perret, yentre 150 y 300 operarios en la obra… 2.500.000 remaches, 7.300 toneladas de hierro, 60 toneladas de pintura… 5 ascensores. Las patas reposan sobre cimientos de hormigón instalados unos metros bajo el nivel del suelo sobre una cama de grava compacta. Cada arista metálica reposa sobre su propia pilastra, unida a las demás mediante muros, sobre la cual ejerce una presión de 3 a 4 kilos por centímetro cuadrado. En el lado del Sena, se utilizaron una especie de campanas metálicas estanco y aire comprimido inyectado, lo cual permitía a los obreros trabajar bajo el nivel del agua… tela, para aquellos años…
Anécdotas, detractores, aplausos… El periodista Émile Goudeau visitó la obra a principios de 1889 y describió así el espectáculo:-»Una nube espesa de alquitrán y de hulla se nos metía en la garganta, mientras un ensordecedor ruido de metal rugía bajo el martillo. Todavía trabajaban en los bulones: unos obreros, encaramados a un saliente de unos pocos centímetros, se turnaban para golpear los remachescon sus mazas de hierro. Uno podría haberlos tomado por herreros tranquilamente ocupados en golpear con ritmo sobre un yunque, en alguna forja de pueblo, salvo porque estos herreros no golpeaban de arriba a abajo, verticalmente, sino de forma horizontal y como con cada golpe se desprendían chispas, estos hombres negros, agrandados por el fondo del cielo abierto, parecían estar recogiendo relámpagos en las nubes.» Bien descrito por el periodista, pero no acababan los problemas… Aquí va un fragmento de protesta contra la torre del Sr. Eiffel, 1887: «Nosotros, escritores, pintores, escultores, arquitectos, apasionados aficionados por la belleza de París hasta ahora intacta, venimos a protestar con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra indignación, en nombre del gusto francés anónimo, en nombre del arte y de la historia francesa amenazadas, contra la erección en pleno corazón de nuestra capital, de la inútil y monstruosa torre Eiffel, a la que la picaresca pública, a menudo poseedora de sentido común y espíritu de justicia, ya ha bautizado con el nombre de Torre de Babel. (...) ¿La ciudad de París va a relacionar los más antiguos edificios barrocos con las mercantiles imaginaciones de un constructor de máquinas, para afearse irreparablemente y deshonrarse? (...). Para hacerse una idea de lo que adelantamos, basta además imaginarse una torre vertiginosamente ridícula dominando París, así como una negra y gran chimenea de una fábrica, aplastante con su enorme masa. (...) todos nuestros monumentos humillados, toda nuestra arquitectura venida a menos, desapareciendo entre ese sueño asombroso. Y durante veinte años veremos alargarse sobre toda la ciudad, todavía estremecida por el genio de tantos siglos, como una mancha de tinta, la odiosa sombra de la odiosa columna de hierro forjado».
Pero, ¡ay!, apreciadoslectores.Aquí va la respuesta de Gustave Eiffel…: - «Creo, por mi parte, que la torre tendrá su belleza propia. ¿Porque nosotros somos ingenieros, creen ustedes que la belleza no nos preocupa en nuestras construcciones y que incluso al mismo tiempo que hacemos algo sólido y perdurable no nos esforzamos por hacerlo elegante? ¿Es que las auténticas condiciones de la fuerza no son siempre compatibles con las condiciones secretas de la armonía? (...) Ahora bien, ¿cuál es la condición que yo he tenido en cuenta en lo relativo a la torre? La resistencia al viento. ¡Pues bien! Pretendo que las curvas de los cuatro pilares de la torre del monumento tales como el cálculo las ha determinado (...) Darán una gran impresión de fuerza y belleza; pues traducirán a las miradas la audacia de la concepción en su conjunto, del mismo modo que los numerosos vacíos presentes en los propios elementos de la construcción acusarán fuertemente la constante preocupación de no entregarse inútilmente a las violencias de las tormentas en las superficies peligrosas para la estabilidad del edificio. Además, hay una atracción en lo colosal y un encanto propio a los que no se pueden aplicar las teorías de arte normales». Yo lo dejo aquí, y si van a París, suban a la Torre, y luego me cuentan, que este paisano no sube ni harto de vino.