Egeria y el primer libro de viajes de España

‘El viaje de Egeria’, originalmente escrito en latín vulgar y traducido a varios idiomas, es mucho más conocido en cualquier otro país que en España, donde hasta ahora no se le ha dado la difusión que merece

Mercedes G. Rojo
24/10/2017
 Actualizado a 17/09/2019
Sello conmemorativo.
Sello conmemorativo.
Me encontré con Egeria hace unos años, trabajando en mi proyecto ‘Huellas de mujer en el Camino de Santiago’ y, aunque esta mujer había vivido mucho antes de la aparición de este fenómeno histórico, su referencia me aparecía una y otra vez en las búsquedas sobre mujeres peregrinas, presentándoseme como un ejemplo de mujer aventurera y sabia que plasmó para el futuro la crónica de sus viajes en lo que muchos han venido a considerar como el primer ejemplo de «libro de viajes» escrito en España.

Se trata su libro de un diario que no pudo encontrarse hasta casi finales del siglo XIX (1884) en una biblioteca italiana y cuyo relato se atribuye en un principio a Silvia de Aquitania, quien habría hecho una peregrinación similar a la de Egeria. Hasta que en 1903 se le adjudica definitivamente a ésta a través de un importante estudio que contrasta los datos encontrados en el manuscrito con los recogidos en una carta de San Valerio a los monjes del Bierzo donde les menciona a esta monja viajera, proveniente de aquella zona, haciéndoles un resumen de su viaje. Pero ‘El viaje de Egeria’, originalmente escrito en latín vulgar y traducido a idiomas como el español, francés, alemán, ruso, inglés y griego, es mucho más conocido en cualquier otro país que en España, donde hasta ahora mismo no se le ha dado toda la difusión que merece. Y no solo porque se trate del primer libro de viajes reconocido en nuestro territorio, tampoco porque fuera escrito por una mujer que rompió con todos los esquemas planteados para las féminas, allá por el siglo IV, si no por todos los conocimientos que en el mismo nos dejó.

Aunque aún hay pocos datos sobre ella todos los indicios parecen indicar su origen relacionándolo con nuestra provincia, más concretamente con el Bierzo, zona en la que habría nacido y desarrollado parte de su monacato. Lo que dejó escrito en su diario pero también la naturaleza del viaje que emprendían nos hablan de una mujer valiente, capaz de enfrentar una peregrinación que dura tres años (381-384) en una época en que los viajes no resultaban cómodos y sí llenos de peligros, máxime para una mujer que desafía las normas de su tiempo, las que las abocaban al matrimonio o a su reclusión en casas y conventos, para enfrentar una gran empresa como es un viaje de peregrinaje de estas características, territorio férreamente defendido por los hombres.

El libro no es una guía al uso, sino más bien un diario en el que va dejando plasmadas sus vivencias acerca de cada una de las intensas etapas de su viaje, el que la lleva prácticamente por todo el mundo conocido a través de las vías romanas, adentrándola en territorios de Constantinopla, Tierra Santa, Egipto y Mesopotamia. Un libro en el que no habla de si misma para dejar testimonio de lo que ve y de lo que admira, en un estilo vivo y directo que aún hoy es capaz de fascinar a quien lo lee. Mujer culta y dotada de una gran curiosidad nos da muestra de un gran criterio propio al no creerse siempre todo lo que le cuentan. Quiere verlo todo, conocerlo todo y programa incluso excursiones complementarias que se salen de las rutas establecidas para llegar a conocer más, preguntando sobre lo que ve y también sobre lo que no ve. Una mujer que se anticipa en muchos al espíritu viajero y descubridor que volvería en tiempos medievales y renacentistas, incluso en la época romántica, para dejarnos en sus crónicas una visión muy personal de lo que entonces era el mundo, mostrándonos además el modo de viajar a través de las vías utilizadas por las legiones romanas, y las formas de hospedaje… Además de una crónica exhaustiva de la realidad monacal del momento con sus distintas aportaciones a la vida religiosa de entonces.

Y ya para concluir hacerlo con la idea de que Egeria, la monja viajera, es un ejemplo de que en todas las épocas han existido mujeres capaces de desafiar los límites establecidos para ellas por sociedades dominadas por los hombres, constituyéndose en un claro ejemplo de valentía y sabiduría tanto para sus coetáneas como para las que llegamos detrás. Solo hay que descubrirlas y dejar que nos inspiren.
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