marta-muniz-rueda-ok.jpg

Efectos secundarios

23/01/2021
 Actualizado a 23/01/2021
Guardar
A todos nos invade una misma sensación últimamente, un denominador común que se nos ha clavado a fuego en los ojos: la vida, el mundo, tal y como lo sentíamos, tal y como lo vivíamos, ya no existe, se ha desvanecido. De golpe a pesar del preaviso, nos vemos inmersos en una nueva realidad a la que irremediablemente nos hemos acostumbrado. Palabras como ‘miedo’ o ‘distancia’, se han vuelto leit-motive, caminamos con ellas en el aire. Cada vez será más difícil recordar lo que era encontrarse con un amigo y darle dos besos en plena calle, salir de copas por la noche, fumar en las terrazas, probar un ‘bailar pegados sí es bailar’.

Es mucho lo que este huracanado covid se ha llevado por delante. La enfermedad y sus víctimas son desde luego lo más terrible, pero existen otros efectos secundarios que poco a poco saldrán a la luz como huellas en marea baja. La convivencia forzada de quienes antes solo se veían a ratos ha roto muchas parejas, ha distanciado amigos, ha desdibujado familias y ha enviado a muchos ancianos a residencias. Muchas enfermedades y sus tratamientos no han podido ser detectadas, se acumulan latentes en informes a la espera.

Quizás no todo sea malo. Cuando todo esto pase nos miraremos a los ojos y tal vez hasta nos hayamos vuelto más humanos. El teletrabajo descentralizará ciudades y el campo y los pueblos volverán a ser más habitables. Pero también habrá más fobias y dependencias, un concepto diferente de la cercanía. Las casas se habrán convertido en fortalezas edulcoradas. ¿Aprenderemos de todo esto? Me gusta recordar aquellas palabras que un día dijo José Luis Sampedro: «Deberíamos vivir como los árboles, que pasado un año malo echan hojas nuevas y vuelven a empezar». Aún no podemos vislumbrar el horizonte, pero esta terrible pandemia, igual que vino se irá. Ojalá entonces podamos darnos las manos, salir a la calle y respirar libres a pleno pulmón una tercera y mejorada realidad.
Lo más leído