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Educación y deformación

05/10/2017
 Actualizado a 10/09/2019
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El apoyo social entre los jóvenes a la independencia en Cataluña es producto, según algunos técnicos, de años de formación manipulada y de una propaganda masiva que ha configurado la burbuja catalana. En esa atmósfera de que Cataluña rezuma superioridad intelectual, una historia como país independiente irreal y una capacidad de proyección económica casi ilimitada ha fermentado el sentimiento independentista.

Realmente Cataluña nunca ha sido independiente, por lo que su caso no es comparable al de Escocia. Tampoco tiene una intrínseca superioridad intelectual, ya que todo emana de la ciudad de Barcelona en los últimos dos siglos, donde prendió la revolución industrial antes que en otros lugares peninsulares por su cercanía a Francia. El tratamiento favorable de esa ciudad por el gobierno central desde el Siglo XIX ha provocado que, de los siete millones y medio de catalanes, cinco y medio vivan en la provincia barcelonesa. Pero si uno se adentra hoy en el ranking de las 100 primeras empresas catalanas descubrirá que más de la mitad son multinacionales que anidaron allí con incentivos fiscales. El efecto sede para vender en todo el mercado español ha hecho de Barcelona (y en su estela de Cataluña) lo que hoy es.

La pretendida superioridad intelectual de Cataluña se basa en una formación intensiva realizada por las multinacionales extranjeras sobre directivos, profesores y operarios durante años. Las empresas locales y las universidades han ido captando ese personal e ideas en sus colaboraciones. Sin embargo tanta formación no ha llegado a la política, donde los casos de corrupción en las más altas instancias son notorios.

Por todo esto en Cataluña se está dando una situación de enajenación colectiva capaz de llevar al conflicto civil. Unos señores que son minoría (por más que conformen un grupo numeroso) están emperrados en proclamar la independencia violando las leyes de un estado democrático. En España, si se quiere cambiar las leyes o la Constitución, hay que ganar elecciones. A estos señores les da igual. Parece ser que su pretendida superioridad intelectual también es considerada superioridad moral. Lo quieren porque creen que ellos lo valen.

Además no se dan cuenta de que esto afecta a otros 40 millones de personas que no viven en Cataluña y que algo tendrán que decir. Porque las autopistas que ya había en 1974 en Cataluña se hicieron con dinero de otros lugares, como los polos de desarrollo de Tarragona y Barcelona o la zona franca de Barcelona, que lo fue porque otros pagaban impuestos... Y es que a veces las escuelas las carga el diablo.
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