Edil en apuros

Uff, qué mal cuerpo. Me tendré que levantar, porque vaya noche, creo que no he pegado ojo. Un ratín he quedado medio medio y hasta he soñado con torres y leones y yo ahí en medio con todo el peso de la Historia sobre mis hombros. Quien me mandaría a mí meterme en política, mira que me advirtieron, que si nadie en el pueblo quiere será por algo y que en cualquier momento se lía y que vete tú a saber lo que puede pasar ¿Y si no voy al pleno? ¿Si no voto? Uff, vaya trago después, pero ¿qué hago? Voto que sí, voto que no, si me abstengo qué pasa. Ya se lo dije yo. Hay que hacerlo antes de que lo hagan los otros ayuntamientos, que luego nos comemos nosotros el marrón de ser los que decidan si hay autonomía leonesa o seguimos ahí con Castilla. A mí me va a dar algo. Y si luego resulta que esto son injerencias de los rusos o de los americanos o de los chinos o de vete tú a saber. Yo no quiero que mi nombre pase a la Historia como Martín Villa o como Puigdemont. Siempre puedo hacer caso al partido. Bueno tendría qué ver a qué parte del partido, claro, que yo ya no sé tampoco en que lugar estoy, ni quienes son unos ni son otros. Ni sé a dónde a va esto o deja de ir. Yo solo quería ayudar en el pueblo que somos cuatro gatos y si no miramos nosotros por lo nuestro difícilmente vana venir otros a sacarlo adelante. A ver si resulta que tengo que votar sí. Ya, pero, y luego qué.Maldita sea, por qué tendrían que avisar todos antes de lo que van a votar y por qué no diría yo lo primero que se me ocurrió. Qué bien estaban con la boca cerrada Ahora todo el mundo mira para mí. No me lo creo. Nadie se había preocupado de mi existencia en los ochos años que llevo en el Ayuntamiento y ahora sale mi nombre en todas partes, que tuve que apagar el móvil y todo el mundo está que si 40 años de Historia están sobre mis hombros o si todo depende de mí. Si hasta me han ofrecido dinero. Y a este paso me tendrán que poner un guardaespaldas y un psiquiatra, eso seguro.