02/08/2022
 Actualizado a 02/08/2022
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Cuando un representante de ultraderecha, recientemente desembarcada en las instituciones públicas para deterioro de nuestra democracia, te llama «ecolojeta», una piensa que ha hecho algo de lo que puede sentirse orgullosa a pesar de que siempre, cuando he tenido la oportunidad, he decidido negarme a llevar el debate sobre la existencia del cambio climático a ningún parlamento. ¡Me niego a contribuir a arrastrar por el fango de la ignorancia y el populismo barato la sede de la soberanía popular! La emergencia climática es una realidad científica asumida como cierta desde hace años por la comunidad científica internacional, aunque ya deberíamos estar curados de espantos cuando han sido capaces hasta de poner en duda la vacunación como estrategia preventiva frente a las epidemias siendo la responsabilidad lo mínimo exigible a un representante público por las consecuencias que puede tener su discurso escuchado por tantas personas.

El colmo del insulto a la inteligencia es escuchar al consejero de medio ambiente de ‘este modelo de éxito’ de comunidad autónoma nuestra culpar del desastre de gestión del operativo autonómico de lucha contra el fuego a «la moda del ecologismo radical». No puedo evitar recordar la carta escrita por Petronio a Nerón antes de suicidarse en la película basada en novela homónima ‘Quo Vadis’: «Puedo perdonarte por haber incendiado nuestra amada Roma, por haber esparcido por toda la nación el hedor de tus crímenes, pero hay una cosa que no puedo perdonar, el aburrimiento por haber escuchado tus versos, tus canciones de segunda categoría y tus mediocres representaciones (..)». Sr. Quiñones, por lo menos, no dañe nuestros oídos con semejantes afirmaciones. En el mes de junio escribí por estos lares sobre el dramático incendio de la Sierra de la Culebra y sobre la realidad del obsoleto e insuficiente operativo de lucha contra el fuego de Castilla y León, denunciado año tras año por la oposición mientras el consejero sonreía afirmando que mantener todo el año el operativo era un despilfarro, desgraciadamente el fuego ha seguido asolando nuestra tierra hasta límites que no imaginamos ni en nuestras peores pesadillas.

El cambio climático mata y sus consecuencias son ya inevitables, solo la unión de fuerzas y acciones podrán frenar su avance. No hay mayor evidencia que saber, no sin estremecernos, que este será el verano más fresco del resto de nuestras vidas y que el número de olas de calor se ha duplicado en los últimos años. Es el campo, el mundo rural, la España vaciada, los principales aliados necesarios en esta lucha, porque sin medidas reales y eficaces frente al cambio climático, los pueblos, la agricultura y la ganadería desaparecerán tal y como la conocemos, la desertización que ya padecen dos tercios de nuestro país, reduce la rentabilidad y el rendimiento del sector primario, por eso no deben ver al ecologismo y a la ecología, que no es una moda ni mucho menos, como a un enemigo, sino como a su único seguro de vida.

Para finalizar este artículo me gustaría decir a las señoras y señores de la ultraderecha y de la derecha que los blanquea que no me insultan, soy ecologista y con mucho orgullo.

María Rodríguez es doctora en Veterinaria por la Universidad de León (ULE).
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