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Echarse a los caminos

07/10/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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El que es creyente suele haber recibido la fe de otros. Con ellos la comparte, la celebra y, a su vez, se la ofrece a otros más. Eso es ser Iglesia, «comunidad convocada», con una base común (el ‘Credo’) y un objetivo común (la «evangelización», que es ofrecer a los demás esa misma fe que tiene su horizonte en la extensión del reinado de Dios). Y esto, Credo y evangelización, se sitúa con realismo en el momento histórico concreto, con su escala de valores, sus prioridades, sus frustraciones, sus malas mañas (‘pecados’), sus esperanzas. De esta experiencia comunitaria brotará inmediatamente un proyecto de acción para acabar con lo defectuoso y buscar lo bueno. Eso es un Plan Pastoral, con Programas para cada etapa, con unos objetivos y unas determinadas actividades. Para entender todo esto como se debe y para acogerlo con ganas hacen falta fe viva, sentido de comunidad, claridad en cuanto a los fines, sensatez y… un corazón animoso.

Con lo dicho entenderemos la entrega del domingo pasado, sobre la programación pastoral de Astorga, y esta de hoy, que dedicamos a León. En esta diócesis el marco general es el icono de la Visitación de María a Isabel. Este curso (el cuarto en el proceso quinquenal) nos fijamos en el Magnificat, que es un poema de alabanza a Dios. Estamos con el objetivo general de ser una Iglesia ‘en salida’, de talante misionero que se echa a los caminos para llevar la Buena noticia (‘Evangelio’) a los de cerca y los de lejos. Para ello intentaremos conocer, cuidar, compartir y disfrutar la Liturgia en sus diferentes modos de ser celebrada, con particular acento en las Misas dominicales y en los demás Sacramentos, sin olvidar el sentido del Año Litúrgico, del Domingo, del rezo de las Horas (el ‘breviario’), de los sacramentales (bendiciones, procesiones...) y de la piedad popular con el culto a la Virgen y a los Santos. Todas estas formas litúrgicas han de pretender conseguir la santidad de los de dentro y la conversión a la fe de los de fuera.

Además habremos de tener en cuenta otros acentos, nuevos y viejos: la preocupación por las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada, la distribución de fuerzas con nuevos estilos y presencias, la atención a los jóvenes y el empeño por mantener viva la inquietud por llevar a Cristo y a su Evangelio hasta los confines del mundo.

Si uno cree que ser cristiano es ser ‘buenín’, buscar Misas «cortas y devotas» y «acordarse de Santa Bárbara cuando truena», le parecerá que lo dicho no va con él. Tristemente.
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