Duras y dulces a la vez

Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
10/05/2023
 Actualizado a 10/05/2023
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Las ves duras y ya gastadas, casi noventa años de lucha, pero siguen siendo las mismas manos dulces que diez veces cogieron con tremenda ternura a cada uno de los hijos que fue trayendo al mundo y que cada vez que regresan a casa se las cogen entre las suyas y les siguen pareciendo tan cálidas como aquella primera vez, se siguen sintiendo al abrazarlas tan protegidos como cada vez que buscaron cobijo en su bondad, en su sabiduría, en su vocación inquebrantable de vencer todas las trampas que la vida puso a aquellas madres.

Son las mismas manos duras que cada amanecer ordeñaban, son las mismas manos poderosas que cada primavera sujetaban el arado, son las mismas manos desgastadas que cada verano subían la hierba al pajar, las mismas manos ateridas de frío que iban a lavar a las heladas aguas del pilón...

Pero también las mismas manos infantiles que temblaban en una cueva mientras las bombas sonaban en los aires, las mismas temblorosas que hace 65 años cogieron emocionadas las de su entonces novio, las mismas que apretaron contra su pecho a los niños que iban llegando, las mismas que cada día aliñaban los potes y hoy siguen teniendo paciencia para hacer un dulce para cada cumpleaños, fiesta....

Las mismas manos que ahora se cruzan, dice ella, «sin nada que hacer porque, gracias a Dios, lo que tenían que hacer, ya lo han hecho».

Unas manos que llevan escrita una ejemplar vida.

Las manos, duras y dulces, de Toña la de Valverde.
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