"Duelos al sol", la salsa de los corros

La rivalidad entre luchadores que marcaron una época siempre ha sido uno de los mayores alicientes de los corros

Fulgencio Fernández
08/06/2020
 Actualizado a 08/06/2020
Una rivalidad que marcó una época, la que mantuvieron Toño Getinín, y El Elegante de Campohermoso. | MAURICIO PEÑA
Una rivalidad que marcó una época, la que mantuvieron Toño Getinín, y El Elegante de Campohermoso. | MAURICIO PEÑA
Escobar, el históricoaficionado de Matallana de Torío, cuando la megafonía anunciaba un combate de Benigno ‘El Terrible’ con cualquiera de los gallos de la aquella categoría de medios con muchos aspirantes a la victoria—Ernesto, Nacho, Getino, El Elegante, Agustín, Mancebo, Mariano...— esbozaba una sonrisa y decía: «Atento, duelo al sol». Y se azuzaba el bigotón.

Son muchos los aficionados actuales que echan de menos en los corros aquella tensión, que a veces se desmandó en esos momentos que se llaman de calentarse la tartera pero que también dieron momentos de esos que tardan en olvidarse, si es que se olvidan. «Ahora parece que son todos íntimos amigos», lamentaba Jan antes de dejar de ir por los corros.

Es una evidencia que uno de los grandes alicientes de la lucha de todos los tiempos ha sido la sana pero implacable rivalidad entre grandes luchadores, de todas las épocas, combates de esos que los aficionados estaban esperando y les hacían espantar el sopor cuando sonaban los emparejamientos por la megafonía. No hablamos de antideportividad, ni mucho menos, de dura rivalidad entre quienes fuera del corro eran, y son, hasta buenos amigos. Por ejemplo, ¿alguien ha olvidado los enfrentamientos en aquella Liga de 2004 entre Clemente El Junco y Héctor El Divino el único año que coincidieron en medios? Y, sin embargo, eran grandes amigos y lo siguen siendo... fuera del corro.

Felipe León y Cayo de Celis iban al corro juntos, en la moto de Felipe, lo que no evitaba una dura batallaLes digo más. Aquel mismo año había otra guerra abierta sin posibilidad de tregua en semipesados, peso recién estrenado, entre Jorge Yugueros, a la postre campeón del peso, y Mariano El Guerrero, que había subido de medios. La guerra piscológica comenzaba ya en la silla, como se pudo comprobar en un corro de Liegos que muchos no han olvidado. Saltaban chispas y se escuchaban por lo bajo las conversaciones, lo que enardecía más al público.

U otro ejemplo muy repetido de guerra soterrada y rivalidad indisimulada: Antonio Getino, Getinín el de La Mata, y José Antonio Robles, El Elegante de Campohermoso. No hubo ningún gesto antideportivo en el corro durante años pero todos los aficionados sabían que se cortaba la tensión y eso provocaba que se vieran obligados a ponerse del lado de uno o de otro, algo que se echa mucho de menos hoy en los graderíos.

Sin duda, el luchador más controvertido de aquella época, maestro en crear tensión aunque a veces se le iba de las manos fue Benigno González, con buen apodo de El Terrible de Valdealiso. Su gran rival, y amigo, fue Ernesto Díez, El Viejo Profesor de Argovejo. Entre los dos se dividía la afición, con más fieles de Ernesto en la montaña lo que hacía venirse arriba a Beni y la grada vibraba. «Éramos amigos y lo seguimos siendo pero cuando se tiraba al monte en el corro era incontrolable», recuerda Ernesto. Beni defendía esta tensión pues, explicaba, «la lucha tienen que hacer como la lucha libre, espectáculo».

Tenía otras batallas al sol El Terrible, con gente que le buscaba muy bien las vueltas, como Getinín o Mariano El Guerrero. A veces ya se preparaba la tormenta en el agarre, para desesperación de los árbitros, que ya sudaban.

Muchos aficionados añoran la tensión que ponía gente como Juanito, Benigno El Terrible, Agustín o Julio Pero no fueron menores las batallas entre Clemente y El Menudín en ligeros, también con la grada muy posicionada. O ejemplar fue la dura rivalidad existente durante años entre Javi Ponga y Tasio El Gato, sin necesidad de un mal gesto pero la grada sabía bien lo que se cocía por debajo.

También hubo unos años de mucha tensión en pesados. Los enfrentamientos entre Che, Chopo, Julio El Helicóptero y los años que coincidieron con Óscar El Zorro y Rambo todo podía pasar.

Hay muchos duelos esperados más, de esos que llevan a los aficionados a un corro. Lo más parecido en la actualidad fue la rivalidad en ligeros entre Víctor Llamazares y El Guerrerín, con igualdad hasta el último corro y máxima tensión; y está creciendo entre Tomasuco y Rodri La Perla. Tiene todos los alicientes, son muy buenos, amigos fuera del corro pero no se conocen dentro y la grada se va enganchando a un carro u otro. Qué pena de este año perdido, había quedado la cosa caliente en el último Campeonato Provincial.

Es la más vieja historia. Los duelos al sol. Ya los tuvo El Cojo, los tuvieron Frumencio y Felipe e, incluso, Felipe y Cayo, pese a ir juntos a los corros tantas veces. También Juanito Hidalgo creaba ese clima de tensión, con Tomás o Manolete; y Dionisio Serrano, El Rápido... la gente les echa mucho de menos.
Archivado en
Lo más leído