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Drogas ‘online’

17/10/2021
 Actualizado a 17/10/2021
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En plena vorágine de las descargas ilegales empezó a circular una historia: había unas páginas en internet desde las que te podías ‘bajar’ drogas. Eran unos archivos de sonido que, al escucharlos en los auriculares, activaban conexiones neuronales de un modo parecido al de las luces estroboscópicas, para llegar así a niveles superiores de la conciencia. Naturalmente, es imposible que exista algo así, pero entonces (hará unos 15 años) cualquier cosa parecía plausible y hubo quien buscó, rebuscó y probó, tratando de encontrar ese ‘Dorado’ enteógeno.

Aunque (de momento) sea imposible descargarse sustancias químicas a través de la Red, lo que no sabían entonces los psiconautas es que Internet es una droga. Pero no como ellos pensaban. Hay muchos estudios que demuestran que los ‘likes’ y el ‘display’ de falsa felicidad en las redes sociales activan la transmisión de dopamina, la sustancia que regula el sistema de recompensa y, por tanto, los mecanismos del deseo. Hay también quien lo relaciona con la serotonina, que es el neurotransmisor encargado de los estados de ánimo y, por tanto, de la felicidad. Procesos análogos a los de la cocaína o la heroína.

Todo esto se sabía y, más o menos, se hablaba cuando se alertaba de los peligros de ‘engancharse’ a Instagram o Facebook. Lo que no se sabía es que la compañía de Mark Zuckerberg, propietaria de ambas marcas, tenía informes internos que advertían del nefasto efecto que tiene su uso en adolescentes. Alguien –¿el propio Zuckerberg?– leyó los informes, los metió en un cajón y aquí no ha pasado nada. Que viene a ser lo mismo que hicieron las compañías tabaqueras cuando empezaron a añadir aditivos a sus cigarrillos para que estos generasen más adicción, aún sabiendo que esto aumentaría los problemas de salud entre los consumidores.

Los informes han salido a la luz a raíz de una publicación en el ‘Wall Street Journal’ que ha puesto muy nerviosos a los de Menlo Park (California). En una estrategia de ‘control de daños’ planeada por su peor enemigo, Facebook ha salido diciendo que sí, qué bueno, que en algunas cosas Instagram es veneno para la psique juvenil, pero en otras es genial. «Como todo», podrían haber rematado con su buena masa testicular recubierta de plutonio.

Hace poco entrevisté al músico alemán Nils Frahm, a quien le costó ocho meses desengancharse de las redes sociales. «Es como dejar de fumar», contaba, «algo muy ‘yonqui’ con una droga malísima que no vale la pena. Si te enganchas a algo, que sea un producto de calidad, como el buen vino».
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