El próximo once de junio los autores del libro ‘Dos hombres que caminan’ —que acaba de aparecer en el sello leonés Ediciones Menguantes—, después de presentarlo el día antes en la librería Galatea, van a convocar una caminata organizada por la Feria de Editores Emergentes FEE; concretamente van a representar ‘El paseo de Robert Walser’, una obra de teatro a pie. Será una caminata como las que se cuentan en el libro, un libro que de entrada señala lo que no es: no se trata de «una reflexión teórica sobre el caminar». Lo que encontramos en sus páginas son más bien unas notas, apuntes de un pensamiento que avanza a la velocidad de los pies, que son a la literatura lo que esos paseos sin rumbo fijo al desplazamiento o al viaje, escritos que en muchos momentos recuerdan más a un diario que a otra cosa.

Aunque se nos dice que el libro está escrito a cuatro manos, el narrador es casi todo el tiempo uno solo que nos habla en primera persona describiendo paseos por Barcelona, Berlín, Mérida del Yucatán, Ciudad de México o el leonés Valle del Silencio; a veces descriptivamente, sin grandes reflexiones, admitiendo el aburrimiento como parte del andar, pero también conmoviendo en ocasiones, como cuando el narrador explica que para sus más de 150 caminatas representando la obra sobre Walser se ha calzado los mismos zapatos destrozados que fueron de su padre; o cuando se cuela en una casa un pajarito que cabría en la palma de una mano que es su madre…
Esteban Feune de Colombi y Marc Caellas caminan un palacio abandonado, una niebla, un teatro, un parque, un amanecer, un cementerio, un tren, un río, una ruta suicida, un fin del mundo… Y aunque no es un ensayo el libro está lleno de referencias culturales, literarias, artísticas, poéticas…: Walser, Ballard, Artaud, Bonilla, Rimbaud, Beuys, Pla, Quignard, Gamoneda, Parra, Ferrater, Girondo, Carson, Elytis, Magris, Bolaño, Pessoa, Borges, Heráclito, Vila-Matas, Auden, O’Hara, Goethe, Spinoza, Papasquiaro… Citas que van tejiendo en paralelo un andamiaje intelectual a cada paso, a una velocidad de cuatro kilómetros por hora. Finalmente, aparece Papasquiaro cuando encuentran un coche que podría haber sido el legendario Impala de tapicería roja en el que se desplazaban los infrarrealistas, Ulises Lima, el personaje que con él hizo Bolaño en su novela, ‘Los detectives salvajes’.