Dos clásicos universales de la danza se citan en León

El Ballet de San Petersburgo, al frente del cual se encuentra el coreógrafo y bailarín Andrey Batalov, acude esta semana al Auditorio Ciudad de León con dos de los ballets más populares del repertorio clásico, ‘El Cascanueces’ (jueves) y ‘La Bella Durmiente’ (viernes) con música de Tachaikovsky y coreografía de Petipa

Joaquín Revuelta
14/01/2020
 Actualizado a 14/01/2020
Una imagen de ‘La Bella Durmiente’ a cargo del  Ballet de San Petersburgo con la dirección artística de Andrey Batalov.
Una imagen de ‘La Bella Durmiente’ a cargo del Ballet de San Petersburgo con la dirección artística de Andrey Batalov.
La danza clásica regresa esta semana al Auditorio Ciudad de León de la mano del Ballet de San Petersburgo que dirige el coreógrafo y bailarín Andrey Batalov, y lo hace este jueves y también el viernes con dos de los ballet más populares del repertorio clásico, como son ‘El Cascanueces’ y ‘La Bella Durmiente’, ambos con música de Tchaikovsky, que se representan en única función a las 20:30 horas con entradas a 35 euros platea y anfiteatro.

El Ballet Clásico de San Petersburgo es la compañía fundada por el solista principal del Mariinskiy Ballet, Andrey Batalov (bailarín, director artístico y coreógrafo) y por Andrey Sharaev (director general).

Andrey Batalov terminó su formación en 1992 en la Academia de Ballet de St. Petersburgo ‘Vaganova’, entre los años 1992 y 1994 fue solista del Ballet del Teatro Mikhailovskiy de St. Petersburgo y desde 1994 y hasta la actualidad es solista principal del Ballet Mariinskiy. También ha sido solista del Real Ballet Danés (2000-2002).

Su figura ya esta reconocida a la altura de los legendarios artistas como Baryshnikov, Nizhinskiy… Su colección de premios en los concursos internacionales de ballet no tiene parangón al conseguir las Medallas de Oro en Nagoya (Japón 1996), París (1996), el segundo premio en el concurso ‘Nuriev’ en Budapest (1996), Primer Premio y Premio Mikhail Baryshnikov en ‘Arabesk-1996’, Gran Prix en Moscú (1997). Su repertorio incluye los papales principales en ‘La Sílfide’, ‘Descanso de Caballería’, ‘El Corsario’, ‘Don Quijote’, ‘La Bayadere’, ‘Manon’, ‘Sherezade’, ‘Romeo y Julieta’, ‘El Lago de los Cisnes’, ‘Giselle’ y en los ballets modernos con las coreografías de Peter Martins y Kevin O’Dail. Batalov ha bailado con las mejores bailarinas del Mariinskiy Ballet: Altynay Asylmuratova, Diana Vishneva, Uliana Lopatkina, Elvira Tarasova y con Nadezhda Pavlova (Ballet Bolshoi de Moscú).

Como coreógrafo y director artístico Andrey Batalov sigue las mejores tradiciones del clásico cuidando al máximo las coreografías de Petipa, Ivanov, Gorskiy y Fokine, entre otros.

‘El Cascanueces’ es la obra más navideña del ballet clásico universal. Junto a ‘El Lago de los Cisnes’ es una de las piezas más representadas, cuya trama muestra al mago Drosselmeyer que en la fiesta de Navidad hace posible que los sueños de Masha se cumplan al cobrar vida los juguetes. El Cascanueces se convierte en un príncipe y juntos, tras enfrentarse a los malvados ratones, viajan por las tierras nevadas al palacio mágico.

Un gran espectáculo con magníficos solistas internacionales, coreografía del propio Andrey Batalov a partir de las creadas por Marius Petipa y Lev Ivanov en el original, y espectacular escenografía a cargo de Eugeny Gurenko.

Por su parte, ‘La Bella Durmiente’ es un ballet en tres actos cuyo argumento transcurre en el palacio del rey Florestán donde tiene lugar el baile del bautizo de la princesa Aurora. El rey cree que el maestro de ceremonias, Calatabüt, ha enviado las invitaciones a todos. Deseándole suerte y felicidad las hadas madrinas entregan los regalos a la princesa. Pero la fiesta se estropea por la aparición de la malvada bruja Carabós, a la que olvidaron invitar. En su furia, Carabós predice el futuro de la pequeña princesa: al cumplir los 16 años, Aurora se pinchará con una aguja y morirá. El rey ordena destruir todas las agujas del reino bajo la amenaza de ejecutar a cualquiera a quien se encontrara con alguna. Dieciséis años después se celebra cumpleaños de la princesa Aurora. Al baile de cumpleaños vienen cuatro príncipes para pedir la mano de la princesa. Aparece una anciana que regala a la princesa un ramo de flores entre las cuales está escondida una aguja. La princesa se pincha y se duerme. Su sueño durará 100 años... La escenografía, más colorista, vuelve a ser obra de Eugeny Gurenko.
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