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Donde nos corresponde

26/11/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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Fue el 5 de julio de 2012 pero parece que ha pasado un siglo. Languidecía lentamente sin que apenas fuéramos conscientes de ello, quizá porque pensábamos que nunca protagonizaríamos el cuento del lobo. Probablemente fue demasiado tarde cuando poco más de 1.000 aficionados salimos a la calle reclamando que Baloncesto León continuara vivo. Con absoluta seguridad, la solución nunca estuvo en nuestras manos.

Agosto de aquel año fue extraño, poco o nada se habló de baloncesto en nuestra ciudad. No hubo rumores ni fichajes ni campañas de abonados. Septiembre fue duro, muy duro. Era pasar por delante del Palacio y recordar decenas de tardes gloriosas que jamás se volverían a vivir, al menos bajo la denominación que conocimos durante 30 años. La memoria no recordaba la última vez que Baloncesto León no estuvo en un calendario de la LEB Oro o de la ACB.

Aquel club forma parte de nuestros recuerdos colectivos, los mismos que se agolpan en nuestras mentes: épicas victorias, descensos, ascensos, el Palacio a rebosar, invasiones de pista, dulces destierros, nombres de mitos que los tomamos como propios, gestos de felicidad y más de una lágrima. Siempre fue especial pisar la pista del Municipal como visitante, era una semana diferente, llena de reminiscencias, de sentimientos encontrados. Con la sensación de sentirte un extraño en tu propia casa, aunque había algo agradable en todo aquello. Reconocía rostros e intercambia cómplices sonrisas, escrutaba la cancha donde jugué como júnior de Elosúa y sentía una cierta nostalgia antes de abandonar aquel pabellón.

El próximo será el cuarto verano sin baloncesto de élite en nuestra ciudad, demasiado tiempo para un lugar con enorme tradición y hambre de canastas. Entrenar profesionalmente siempre fuera de León me ha proporcionado una perspectiva que me aleja de los recelos que pueden existir entre unos y otros; esos mismos que no me fueron ajenos en el pasado. Es momento de dar un paso al frente y asumir que una ciudad como la nuestra no puede prescindir de un deporte que nos ha dado tanto.

No soy nadie para exigir nada, y menos aún cuando lo vivo desde el extranjero, pero los aficionados merecemos que la gente del baloncesto leonés vuelque sus esfuerzos en devolvernos al lugar que jamás debimos abandonar.
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