Donde habita el olvido...

Hace unos años mis compañeros de Deportes preguntaron en una entrevista a un jugador de la ‘Cultu’ sobre qué lugar consideraba el más bonito de León. El tipejo, que ya llevaba cierto tiempo en la ciudad, no dudó:

—El centro comercial.

Siendo un futbolista parece evidente que no iba a responder que la biblioteca de Santa Nonia, pero la contestación no deja de ser llamativa en una ciudad con tantos reclamos. Los costumbristas hubiesen dicho la Catedral, los más animados que el barrio Húmedo y los que tiran a esnobs que el Musac. A quienes sí les gusta el arte optarían por San Isidoro y los amantes de la historia probablemente se queden con San Marcos. La calle Ancha, el parque de Quevedo, Botines... la lista de respuestas frecuentes es larga y suele tener una ausencia sorprendente: la plaza del Grano.

Además de ser uno de los lugares con más encanto de la ciudad, la plaza del Grano es su rincón más infravalorado. Muchas noches sus bares lucen vacíos mientras que, a pocos metros, no hay normativa Covid que evite un tumulto en ‘La Bicha’, en ‘El rebote’ o en tantos otros. En los paseos tampoco se suele pisar demasiado su empedrado y tanto propios como extraños recurren con más frecuencia a trayectos por Ordoño o por ambas márgenes del Bernesga.

Quizá el hecho de que esta plaza pase tan inadvertida se deba a que a pocos pilla de paso, que es uno de esos lugares a los que hay que ir a conciencia. O tal vez ese olvido responda a un pacto tácito de los leoneses por conservar este rincón tan suyo libre de los estragos del paso del tiempo y de los toscos cinceles del progreso. Es difícil de saber. Lo que está claro es que mañana, como cada Viernes de Dolores, recuperará el protagonismo perdido.

Al fin, esta Semana Santa sus soportales volverán a ser braceros de centenarias tradiciones, catadores de olores y sabores de otro tiempo, testigos de reencuentros en un brindis de limonada. Sin embargo, es solo cuestión de días que la plaza del Grano vuelva a ser ese ‘donde habita el olvido’: dos álamos escoltando al silencio y la iglesia del Mercado ejerciendo de pétreo profeta de un pasado venido a menos. Solo un recuerdo de las ferias que la bautizaron, del auténtico centro comercial de León.

La verdad es que el de la ‘Cultu’ no iba tan desencaminado...