15/06/2021
 Actualizado a 15/06/2021
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Tampoco es para rasgarse las vestiduras lo de reducir el «velocirraptor» por la urbanidad, que no es hábitat para tanto CO2 el de poner los pulmones a ahumar a los vapores del gasoil. Siempre hay un estudio de Kansas o de la universidad de Cambridge que pone cifras a lo que los políticos ejecutan. A veces incluso del más acá y aquí se sabe que a más velocidad, el atropello es más mortal que a menos. Tampoco hay que estudiar demasiada física cuántica para hacerse a la idea, con dos vídeos en Youtube o una parada en la primera reflexión llega. Ir a 30 km/h mata menos que ir a 50. Silogismo lógico donde los haya. Que levante la mano el que no lo entienda. Pero cuando el asfalto se tatúa con la norma, uy, un segundo, que eso es para largo. A ver. Que la huella ambiental esa que dejamos sin poner un pie en el suelo tampoco es para tanto, y se borra con la alegría que da pisar el acelerador. Además, matar es un verbo intencional en sí mismo, por lo que debe ser evacuado del contexto del atropello, que suele ser accidental. Por el contrario, ir más despacio resta vida y los atascos sonrisas. Así que. De nuevo, a ver. Volvemos a la «almendra”» central de la ciudad, Ponferrada, un fruto seco con varias trayectorias de entrada y de salida que quería hacerse más sabroso, restando de él lo que le sobra, humo y peligro. Pero, de nuevo un Barça Madrid vuelve a aterrizar en la ciudad. El ying y el yang político que no se atiene a los estudios esos extranjeros, ni siquiera propios, que los hay que se han pasado de vueltas con tanta formulitis… Y así las cosas, la intención de llevar la norma algo más allá y reducir a 30 las ruedas por las calles ha supuesto un agravio para el bienestar con un coste, el de recular, que cuesta pagar en el tapete gubernamental. Sobre todo cuando te pasas de frenada y lo único que escuchas es «lo ves, ya te lo decía yo».Entre 50 y 30 hay 20, la distancia que empezaba a separar a los conductores del voto y eso sí que merece una vuelta atrás.

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