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Don Pío en mi mente y en mi corazón

04/12/2022
 Actualizado a 04/12/2022
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Cúmplese este año el 150 aniversario del nacimiento de Pío Baroja y Nessi. Pronto renunció el escritor vasco al ejercicio como médico pare regentar en Madrid una panadería, hasta que a partir de 1902 se dedicó en exclusiva a escribir.

Con apenas 14 años, por necesidades familiares me vi en León obligado a vender mi fuerza de trabajo como pinche en una tienda de electrodomésticos y de artículos para bebé. Al regreso del curro consumía todo lo que de lectura había en casa, pues mi padre era hombre aficionado a las letras. Un día arribaron por sorpresa las obras completas de Pío Baroja. Yo ansiaba que llegaran las siete de la tarde para salir zumbando del trabajo hasta la mesa de camilla y empaparme con las historias del conspirador Aviraneta, el aventurero Zalacaín o los sórdidos personajes de los suburbios madrileños plasmados en la trilogía de la lucha por la vida en las novelas: ‘La busca’, ‘Mala hierba’ y ‘Aurora Roja’. A la vista de mi contumacia en la lectura, mi abuela no paraba de decirme: «Hijo mío, se te van a hacer los sesos agua».

Sobre Pío Baroja hay varias anécdotas. Se dice que informaron a don Pío de la aparición de un nuevo periódico en Pamplona, que tenía por cabecera ‘El Pensamiento Navarro’. Tal vez influido por Groucho Marx, que había dicho: «La inteligencia militar es una contradicción en sus términos», el escritor vasco salió al paso y respondió: –¿Pensamiento y navarro? ¡Imposible!

Pero andaba por allí el poeta Rubén Darío, quien replicó: –Yo, sin embargo, lo encuentro requete bien –enfatizando la voz en lo de ‘requete’. Don Pío, recogió el guante, y contraatacando sarcásticamente sobre la naturaleza e ideología del nicaragüense, añadió: –Cuando habla y cuando escribe, al señor Darío «se le ve mucho el plumero» –enfatizando mucho lo de ‘plumero’, en alusión a la nacionalidad nicaragüense del poeta.

No menos irónico y jocoso, y haciendo alusión a la condición de industrial panadero que por esa altura tenía don Pío, Darío respondió: –Es bien sabido que tanto las ocurrencias como las novelas del señor Baroja «tienen mucha miga» –enfatizando, claro está y en justa correspondencia, lo de «miga».

Pese a que a Pío Baroja y a Miguel de Unamuno los han metido en el saco de la ‘generación del 98’, don Pío poco o nada le gustaba, debido a su carácter independiente, que le incluyeran en ningún grupo literario. Unamuno había lanzado la frase: «Que inventen ellos», refiriéndose a los pueblos inventores, o lo que es lo mismo, que sean los extranjeros quienes construyan la ciencia. Una torpeza, un desacierto y una frase de seminario o sacristía, a juicio de Baroja, quien ponía la frase unamuniana al lado de la exposición frailuna de Cervera (Lérida), en 1817, en la que se decía: «Lejos de nosotros la peligrosa novedad de discurrir», «lejos de nosotros la funesta manía de pensar».

Larra había dicho: «Aquí yace media España, murió de la otra mitad». Baroja apostillaría: «El territorio nacional se divide en dos campos irreconciliables». Durante la Guerra Civil sería encarcelado y detenido por requetés carlistas, librándose de la ejecución, según Gonzalo Menéndez-Pidal gracias a la mediación de Martínez Campos, duque de la Torre.

El hijo del dueño donde yo trabajaba era alumno del Colegio de los Agustinos. Tras haberpasado un examen de literatura española, le pregunté ¿qué tal?:«Muy bien, –me salió Pío Baroja.Escribí muchos títulos de su obra». Entre ellos me citó estos dos: ‘La aventuras de Santi’, ‘La sandía’. Estallé de risa. Pues se refería a la novela barojiana ‘Las inquietudes de Shanti Andía’.
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