Don Miguel era Cordero

Por Fulgencio Fernández

Fulgencio Fernández
12/02/2020
 Actualizado a 12/02/2020
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“Murió don Miguel” era la frase de la mañana de este miércoles en León. Decir Don Miguel en León era hablar de Miguel Cordero del Campillo, un hombre vinculado a la Universidad fundamentalmente pero presente en la vida social y cultural de la ciudad como muy pocos.

Y es que su dilatada biografía fue jalonando hitos en los campos más diversos e hizo de él un leonés presente en la vida de sus gentes mucho más allá de las paredes del campus. Había nacido en Vegamián en 1925 y siempre confiere a las biografías un halo especial el hecho de quedarte sin pueblo, anegado por un pantano; fue un brillante estudiante, catedrático de Veterinaria, rector de la Universidad de León y gran impulsor de su creación, investigador reconocido y premiado en numerosas ocasiones; formó parte en 1977 de una iniciativa política inédita e inaudita, se podría decir hoy, una lista única y conjunta “de izquierdas” al Senado por León, junto al músico Cristóbal Halffter y al histórico socialista berciano Álvarez de Paz siendo elegido y uno de los senadores más activos que se recuerdan; apareció como número 1 de la negra lista de los que iban a ser fusilados después del Golpe de Estado del 23F… y un larguísimo etcétera.

Un largo etcétera que incluye lo que todos sabían en la Universidad, que ya estaba en su despacho el catedrático Cordero cuando llegaban el resto de los integrantes del Departamento; que paseaba por la ciudad y le encantaban las tertulias con los amigos; que no faltaba a casi ninguna de las actividades culturales de la ciudad y participaba activamente, polemizaba, mostraba su espíritu humanista (es muy recordado un debate conel gran polemista de su tiempo, Gustavo Bueno, en Pallarés)...

De los logros académicos da cuenta su extensa biografía oficial.

De su activa etapa parlamentaria dio cuenta él mismo en el libro autobiográfico ‘Crónica de un compromiso. Los años de la transición política en León’ y fue muy famosa una intervención suya en el Senado, improvisada, “para sacar a Dios de la Constitución”. No estaba prevista la intervención de su grupo pero la defensa de incluirlo de Carazo Hernández, en un tono desmedido, llevó la desazón a algunos escaños. Cordero le dijo a Villar Arregui, portavoz y miembro de la Democracia Cristiana, que debía interveniry éste lepidió: “Miguel, hazlo tú”.

Y el de Vegamián lo hizo, recordando que él también eracreyente y apeló a sus creencias para rebatir las afirmaciones escuchadas: “Como soy creyente conozco muy bien los mandamientos, concretamente el segundo, y para que no se tome el nombre de Dios en vano vamos a votar en contra”. Aquel debate estaba siendo trasmitido en directo por TVE, cosa que Cordero ignoraba, y su intervención fue repetida una y mil veces por lo que se habló de Cordero como “el Senador creyente que sacó a Dios de la Constitución”. Sin embargo, la mayoría de su trabajo parlamentario fue en el campo de la educación y la ciencia, incluido el de los anticonceptivos.

No le dio Cordero excesiva importancia a su aparición en la lista de fusilables el 24 F, de ello escribía en el ya citado libro: “Algunos civiles»¡, entre ellos dos conocidos médicos de la ciudad, se dirigieron esa noche a la sede del Gobierno Militar. Algunos solicitaron armas y el testimonio lo he obtenido de un ilustre militar. Fracasada la intentona, los camaleones cambiaron de color y se mimetizaron con la democracia».

Una anécdota habla del calado social de Miguel Cordero. En los años 80 se hizo en un periódico leonés una especie de concurso encuesta sobre “el leonés más listo”, y la victoria de Miguel Cordero resultó aplastante.
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