"Don Antonio venía de Madrid y se metía en la mina sin avisar"

Don Antonio, que así le llaman en la comarca donde se instaló su Hullera Vasco Leonesa, fue todo en esta empresa; la ingeniera de minas Conchi Casado recuerda su figura como ‘visionario del carbón’

Fulgencio Fernández
13/09/2020
 Actualizado a 13/09/2020
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Conchi Casado Sulé —ingeniera de minas y una de las pioneras del sector, ex trabajadora de la Hullera Vasco Leonesa y natural de Santa Lucía— fue la encargada de glosar la figura de Antonio del Valle en un ciclo del MSM dedicado a los visionarios del carbón. «Me parece bien la figura de visionario del carbón, que también lo fue, pero para mí don Antonio fue sobre todo un hombre del Renacimiento. Por ejemplo, a él lo que le gustaba era la historia, le hubiera gustado estudiar Historia, pero la tradición familiar le llevó a la Escuela de Minas de Madrid y fue el mejor de la que casi todos consideran la mejor promoción». Y, añade, «pero no solo. Hizo la carrera, el doctorado, fue profesor de la Escuela de Minas de León y, además, presidente de la Hullera, de la Diputación, Diputado, creó el Banco Industrial de León, escritor, apasionado de la historia y el arte, mecenas de Vela Zanetti, creador de la Escuela de FP de La Robla... y, sobre todo, un hombre que hablabas con él y estaba al tanto de todo, también de la mina pues muchas veces se escapaba de Madrid y venía a la empresa, se metía en ella y no avisaba a nadie, así sabía bien lo que había en ella, comprobaba cómo funcionaba cualquier nuevo proyecto, el Centro de Documentación. Estaba al tanto, desde el tajo».

Conchi Casado recuerda, como trabajadora de la empresa, como ingeniera encargada de diferentes proyectos, que «convocaba una reunión y acudía a ella para trabajar con mucha seriedad, para enterarse de todo, pero en cuanto acababa se rompía el protocolo y era un hombre muy cercano, amigo más de escuchar que de hablar».

- ¿Y si le planteabas alguna mejora, alguna reivindicación?
- Siempre te escuchaba.

De todos los aspectos que preocupaban a ‘Don Antonio’—Conchi Casado, como tanta gente del valle y de La Vasco siempre le llama así— era la seguridad en la mina, algo que pudo experimentar y conocer de primera mano. «Era casi una obsesión para él y se puede decir que La Vasco fue pionera, no en España, en el mundo. Yo misma, antes de trabajar en La Vasco, estuve en Alemania, en la cuenca del Rhuhr y se hablaba de la Hullera Vasco Leonesa, en Peñarroya la ponían por las nubes, cuando fui a Colombia o países de tradición minera en Sudamérica la empresa modelo en seguridad era la Hullera. Y todo arrancó porque en el año 1954 hubo un desprendimiento por grisú y murieron nueve mineros. Entonces dijo que había que investigarlo todo, el contenido del grisú en capa, se empezó a monitorizar toda la mina para saber en todos los puntos, en todas las galerías, en todos los talleres qué cantidad de grisú había o de oxígeno o de dióxido de carbono... con sus alarmas y sus controles, de tal forma que desde la oficina de seguridad se sabía en todo momento lo que estaba pasando en el interior de la mina. Fue algo alucinante, increíble».

Dice Conchi Casado que mientras estuvo bien de salud se mantuvo informado de todo, preocupado por el futuro de la mina, pero en los últimos años sufrió una demencia que, como una especie de justicia poética, «hizo que no tuviera que conocer y vivir la peor etapa, el final de la minería y como el tema político dañó gravemente a la minería, fundamentalmente a la industria privada del carbón».

- ¿A qué se refiere con el tema político?- Mira, en 1998 se firmó el primer Plan del Carbón para el cierre de las minas a 2030, éste Plan sí lo conoció. Ese Plan era del 98 al 2005, en el del 2006 a 2012 también se contemplaba que algunas empresas permanecieran en el tiempo para reservar un suministro de carbón térmico por si cortaban el grifo del gas, pero resultó que ese segundo plan no lo cumplió nadie, ni los gobiernos ni las eléctricas. Aún no sabemos porqué, se cortaron las ayudas y empezó una guerra en la que las eléctricas no sé cómo negociaron unos privilegios que el carbón no vio por ninguna parte.- ¿Puede explicarlo más?- Es comoun secreto de Estado, me parece, pero te pongo un ejemplo. Paramos los dos sectores y los del carbón nos mandaron a un ERE y los de las eléctricas iban a la térmica, no la encendían, estaban allí de brazos cruzados y cobraban el 100% de su sueldo. Eso lo vimos en La Robla, no es ninguna leyenda. Como es una realidad que ellos sí cobraban el lucro cesante y nosotros no. Esto nadie lo cuenta, es un misterio; explica Casado, quien recuerda que esta crisis que venía también la afrontaba Antonio del Valle con cierto optimismo. «Él conoció el plan de cierre en 2030 y nos decía, ‘tranquilos, que hasta 2030 vete a ver qué ocurre. Más complicado fue en tiempo de la guerra y salimos adelante, también nos vimos apurados en algunas huelgas por convenios y se acabó arreglando. Sigamos trabajando». Y recuerda Casado cómo siguieron poniendo en marcha proyectos de investigación. «Ya sabíamos que el carbón cerraba en 2030 pero para poder sacar con seguridad ese carbón trabajábamos en varios proyectos, como extraer el gas antes de entrar en la mina, producir electricidad y calor u otros usos del carbón como fabricar a partir del carbón térmico nuevos materiales, como el grafeno o carbones activos... Después llegó la lucha por el no cierre con todas las manifestaciones y toda la lucha que hicimos y no sirvió para nada.

De todo esto ya no se enteró don Antonio, por suerte para él pues lo habría llevado muy mal. Sólo en la Nueva Mina había invertido 45.000 millones de pesetas para nada, y el proyecto era duplicar la producción y el personal. Y los que lo vimos no nos lo acabamos de creer».

- ¿Un resumen en pocas palabras de la figura de Antonio del Valle?
- Yo insistiría en la imagen de un hombre del renacimiento, con el que daba gusto trabajar porque sabía, escuchaba y trataba de apoyar nuestras ideas. E insistiría en su preocupación por la seguridad, muchos mineros llegados de otras empresas nos hacían el comentario.

En los últimos años ya no estaban no Conchi Casado, ni don Antonio.
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