11/04/2015
 Actualizado a 15/09/2019
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Hace no mucho quedé con un paisano de León en la sede española de Google, concretamente, a los pies de uno de los rascacielos más impresionantemente blancos de los que se levantan en la capital.

Mientras esperaba su llegada, me preguntaba cómo era posible que un cazurro como él tuviera reuniones al más alto nivel con el gran buscador. Al poco de aparecer, el protagonista de esta columna me contaba que su breve paso por el corazón financiero del país era debido a los cambios que había introducido el gigante californiano en el algoritmo, algo parecido a vender bragas un martes en el Mercado de Colón, pero utilizando palabras clave y etiquetas en vez de hacerlo a grito pelado con la prenda en la mano. El encuentro duró poco, ya que mi interlocutor tenía que regresar a tierras leonesas esa misma jornada para atender su negocio familiar.

Volví a mis quehaceres pensando que a veces en esta vida no hace falta llevar un cargo o un título en la mano para sentirte importante, basta con creer en lo que haces y, a ser posible, compartir lo que aprendes sin esperar nada a cambio. Pasado un tiempo me topé de nuevo con él, si bien, esta vez el formato de la aparición era muy distinto, ya que consistía en una entrevista masiva para uno de los portales de intercambio de noticias más importantes en Internet.

Nuestro paisano se sometía abiertamente y en directo al interrogatorio de cientos de usuarios, arrancando la interminable sucesión de preguntas y respuestas con una frase que todavía recuerdo: «El tema salió a raíz de mi contagio de hepatitis C por hacerme tatuajes hace 18 años con máquinas de tatuar caseras, pero, vamos, que se puede preguntar lo que sea e igualmente responderé lo que vea».

Don Alfredo, que así se llama este genio de la comunicación social, me regaló sin saberlo una nueva lección mientras explicaba al gran público y con todo lujo de detalles el porqué de su enfermedad y las razones de su lucha por las dosis necesarias de Solvadi, ese medicamento que tan en duda ha puesto nuestro estado del bienestar.

El internauta más influyente de León conversó con sus pares haciendo gala de una gran humildad, sin rencor y con una valentía que ya quisieran muchos, yo el primero. La semana pasada el personaje anunciaba que volvía al andamio para desconectarse por un tiempo de tanta fama virtual.

Don Alfredo, que tantas veces ha llevado el buen nombre de esta provincia a todas y cada una de las redes sociales que conocemos, debiera recibir de su tierra algún tipo de reconocimiento, aunque sea un aula abierta para que siga compartiendo, conversando y colaborando, las 3 Cs del paradigma comunicativo en el que vivimos.
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