javier-callado-2.jpg

Doctrinas fallidas

16/11/2017
 Actualizado a 07/09/2019
Guardar
Hace unos días he estado en Soria. Me ha llamado poderosamente la atención la ausencia de lo ‘castellanoleonés’ en todos los puntos de la provincia que he visitado. Todo es exclusivamente castellano. La autonomía es un ente extraño y la leonesidad resulta algo remoto y ajeno. Valladolid está a 200 km –lejos física y mentalmente– y las administraciones mantienen en el olvido ese territorio despoblado. Y así se percibe allí. Ni se ven edificios singulares del boom inmobiliario, ni se aprecia un tirón económico reciente. Soria, salvo en su españolidad, no tiene que ver con León. Hasta la cecina allí es ‘de vaca’ y no ‘de León’.

Pero la mentalidad de Soria, poco menos extremada, se reproduce en Burgos, en Segovia o en Ávila. Nada allí es ‘castellanoleonés’ en el diálogo diario. Solo si se produce una situación forzada, las cosas se vuelven ‘castellanoleonesas’. Así lo castellanoleonés se circunscribe a aquellos lugares donde la Junta invierte mucho, sea en dotaciones, sea en publicidad.

De hecho la Junta oculta cuánto ha gastado en publicidad institucional. Probablemente es una cantidad disparatada, que incluye la inserción pagada de noticias de Castilla y León en muchos periódicos. La Junta compra espacio informativo porque a los medios no les interesa desde el punto de vista publicitario. Nadie se anuncia en ‘Castilla y León’, que es un área inexistente en los planteamientos de márketing de cualquier empresa, si la Junta no pone dinero para reconsiderarlo.

En consecuencia, tras 35 años, la toma de conciencia ‘castellanoleonesa’ es una quimera. Ha costado decenas de millones de euros lo poco que existe, pero en cuanto faltan subvenciones desaparece. Castilla y León no pervive de forma natural en las mentes, más allá de los pasillos de la Junta. La sociedad no ha comprado la idea.A ello se une un planteamiento de desarrollo fallido. Además los consejeros ignoran casi todo de las provincias alejadas de la suya. Por eso esta autonomía tiene el mayor grado de despoblación del país.

Bajo un punto de vista técnico es necesario replantear la administración autonómica. La recuperación de las provincias en primer término, a través de la delegación presupuestaria y de poder político es la solución lógica. La reconstrucción de la autoestima a través de la reivindicación ambas regiones es insustituible y barata. Y la descentralización generalizada del poder hacia unas diputaciones de elección directa es un imperativo histórico y de racionalidad administrativa. Y se requiere el cambio para esquivar el desastre al que Soria, Ávila y Zamora ya han llegado, y hacia el que se encaminan los demás.
Lo más leído