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Dóciles y mudos

17/01/2019
 Actualizado a 12/09/2019
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El pasado lunes, en este mismo periódico, lo expresaba con afilada y certera pluma el maestro Valentín Carrera. Los hay que se van porque los echan, y los hay que se van antes de que los echen porque su cobardía les impide enfrentarse, por primera vez, a los que ahora no lo consideran ya útil. Quién nos lo diría, en este territorio dónde, primero aquel del bigote cuasi hitleriano y ahora desaparecido (el bigote que no él, ojalá que fuera al revés) y ahora el burgalés tranquilo e indolente que por fin nos deja y que ojalá no lo sustituya su hermano político salmantino.

Y qué decir de ese alcalde de una ciudad vecina, y hermana, que hizo unas declaraciones que levantaron polvareda aquí en la nuestra. Se puede, o no, estar de acuerdo con lo expresado por el alcalde vallisoletano, pero lo que es claro que si yo fuera uno de sus conciudadanos, estaría encantado con que quién así se expresara fuera precisamente aquel elegido para representar a su ciudad y tratar por tanto de conseguir lo mejor para ella y sus habitantes. Ya me gustaría, y seguro que a ustedes también, escuchar a nuestro munícipe primero y a sus correligionarios en la Junta que se acordaran de nuestra ciudad, y por extensión de nuestra provincia. Pero no, aquí aunque llevan casi 40 años de gobierno, lo mismo que criticaban en Andalucía (con un mínimo paréntesis socialista), aquí son dóciles y mudos. No piden nada no vaya a ser que no los metan en el listado del que no se caen ni cuando las conversaciones vergonzantes dejan de manifiesto de qué lado se sitúan quienes así hablan y cuáles son los intereses que de verdad defienden, que en ningún caso es el interés de todos si no solo el interés de unos pocos. Aquí hay un claro clientelismo, en nada diferente de aquel que tanto critican en otros territorios pero que ignoran allí donde gobiernan como en finca privada, exigiendo servilismo a sus capataces dispersos por provincias y ciudades.
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