jorge-frances.jpg

Doblegar la otra curva

24/09/2020
 Actualizado a 24/09/2020
Guardar
No importan los planes, ni las estrategias, ni las comisiones grandilocuentes. Las cigüeñas crotan cada vez más solas en las espadañas que rasgan los cielos del páramo o que se esconden mudas tras el zigzagueo de las olvidadas carreteras de montaña. La curva de la despoblación es la verdadera curva indomable, la que se dobla hacía el polvo del terruño. No la doblegará ni un tratamiento ni una vacuna. La curva que mata silenciosa una forma de vida donde la distancia social es la ausencia. La derrota rotunda de la política incapaz siquiera de atenuar un triste destino inevitable. El fracaso social de no dignificar lo heredado.

La última proyección del INE es la misma de siempre. Cierra en pocos años la losa de cientos de pequeños municipios y asegura el desierto demográfico para varias provincias. En quince años Castilla y León perderá 239.000 habitantes, un diez por ciento de su mermada población. Una proyección que es solo eso, pero que ratifica empeorando la desolación que todas las estadísticas preven desde hace décadas. Seguiremos envejeciendo y muriendo, eso tampoco tiene remedio. Pero la natalidad será cada vez más un milagro, los jóvenes continuarán abandonando su tierra para garantizarse un futuro y vendrán menos inmigrantes. Porque Castilla y León sigue sin generar oportunidades. No promete nada y no creo que exista penitencia más dura. Hay demógrafos como Ramiro García que alertan de que enfocar los esfuerzos en salvar los pueblos es una tarea inútil porque lo único que permitiría cambiar la tendencia es que las ciudades (que también se vacían) generen empleo atractivo para evitar la emigración y captar talento.

Los pueblos aguardan en su milla verde a pesar del patrimonio, la historia, la riqueza natural y la memoria. La estadística es tozuda. Nos obliga a la rebelión o nos condena a la resignación, pero tengan claro que habitar la resignación es deshabitar también la esperanza.
Lo más leído