31/01/2023
 Actualizado a 31/01/2023
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Entre los personajes más importantes del Corán está Abraham. Judíos, cristianos y musulmanes, las tres grandes religiones monoteístas, consideramos a Abraham nuestro padre en la fe. La Biblia hebrea llama a Dios Yahvé y los musulmanes, en árabe, le llaman Alá. En realidad es el mismo Dios para todos. Más aun, los cristianos españoles, que hemos heredado muchas palabras de los árabes, alguna vez llamamos a Dios Alá. Así lo hacemos cada vez que decimos «si Dios quiere» en árabe, o sea, «Oj Alá», ojalá.

Si cualquiera de nosotros hubiera nacido en Marruecos o en Egipto, lo normal sería que fuéramos musulmanes de buena fe. Seguro que agradaríamos a Dios con nuestras oraciones, ayunos y limosnas, como tantos buenos musulmanes como hay por el mundo, que a veces nos dan ejemplo. Me contaba alguien cómo un día, yendo en tren de Ponferrada a Bembibre, mientras algunos presuntamente cristianos iban blasfemando, unos musulmanes tendieron su alfombra en el pasillo del tren y se pusieron a orar.

No obstante conviene hacer algunas observaciones. Sabemos que el terrorismo yihadista es una gran amenaza para el mundo y para España. Parece que tenemos algún ejemplo reciente, sin contar lo de Atocha o lo de las Ramblas. El joven marroquí que asesinó al sacristán de Algeciras tenía razón al decir que «Alá es grande», pero ninguna para matar en nombre del Clemente y Misericordioso. Hay gente fundamentalista que se cree obligada a poner atentados en nombre de Dios. O que ejecuta la pena de muerte a homosexuales, adúlteros, o blasfemos, que considera a la mujer menor de edad… Eso hoy día es impensable en la religión cristiana. Esto lo saben muy bien aquellos que acostumbran a insultar a los cristianos o profanan objetos sagrados, o hacen parodias del cristianismo, porque saben que no les va a pasar nada. Pero no son tan valientes como para meterse con la religión musulmana, aunque tampoco deberían hacerlo, porque ante todo debemos respetar las creencias de los demás. De ninguna manera podemos disculpar, en nombre de la libertad, a aquellos que, como se ha hecho recientemente en Copenhague, han quemado un ejemplar del Corán. Esto no justifica la venganza, pero es una provocación sin sentido.

Dicho esto, no entiendo por qué desde el Gobierno han criticado las palabras de Feijóo: «No verá usted a un católico matar en nombre de su religión. Otros pueblos tienen algunos ciudadanos que sí lo hacen». Afortunadamente también hay musulmanes que condenan el terrorismo.
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