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Dignas mujeres indignas

19/09/2021
 Actualizado a 19/09/2021
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El comandante de la Guardia Civil y Delegado de Orden Público Luis Medina Montoro, firmó en León un bando en septiembre de 1936 en el que se ordenaba: «Prohibido absolutamente circular por la capital a mujeres de vida licenciosa y cuando tengan que efectuarlo, por justificadísimas causas, lo hagan empleando el menor tiempo posible y de manera no llamativa en su forma de vestir y comportarse, y nunca acompañadas de hombres. En ningún caso podrán concurrir a paseos, establecimiento públicos o festejos en los que por sus licenciosidades (sic) puedan ofender la moral ajena. Tampoco se encontrarán fuera de sus domicilios después de las 22 horas».

El Gobernador Civil de León Carlos Rodríguez de Rivera promulgó una orden en agosto de 1937 sobre la «honestidad y recato en las costumbres, contrarios en un todo a las modas femeninas que venimos padeciendo», reproducida en el Boletín Oficial del Obispado: «1) Honestidad en los vestidos, sin exagerar los escotes, faldas y mangas. 2) Suprimido radicalmente el ‘sin medias’. Más vale llevarlas zurcidas que ir sin ellas. Si faltan pesetas, se supriman bares y cines. 3) Reducir al mínimo las pinturas de la cara, en los labios y en colores impropios del cabello, pues hay alguna niña que deja su lindo natural para convertirse en una muñeca de escaparate. 4) Suprimir las posturas poco honestas de muchas parejas, y, sobre todo, el ir por lugares de poco tránsito y luz. 5) Suprimido el ‘fumar’ entre las mujeres leonesas; es costumbre poco femenina. La que desee fumar, coja un fusil, vista un mono y vaya al frente».

Un ‘mulá’ (señor) o musulmán versado en el Corán ha dicho ante un público femenino y a través de un vídeo, en agosto de 2021, lo siguiente sobre cómo debe ser la figura y comportamiento de la mujer musulmana: «No os acicaléis como hacían las mujeres en la época del paganismo. No te exhibas tanto, no te arregles tanto en la calle como se hacía durante el paganismo. Y di a las mujeres musulmanas creyentes que bajen sus miradas y guarden sus bellezas o atractivos, que no muestren más adornos excepto los que están a la vista. Que cubran sus pechos con sus velos, el pañuelo (hiyad) que te llega por debajo de tus pechos, de tu cintura, y una capa larga. Esta es la vestimenta de la mujer musulmana. Porque si una mujer musulmana se cubre con su velo, pero luego se pone unos pantalones vaqueros apretados, una chaqueta que hace que se le note todo el cuerpo y unos zapatos de tacón de aguja, se maquilla, se perfuma y sale a la calle, ¿esto es normal? No. Querida, honorable y estimada hermana. ¡Oh, sierva mía!, Alá te está diciendo, ¡viste de una forma decorosa, recatada! ¿Toda mujer musulmana que se perfume puede salir a la calle? No. La mujer musulmana que sale así de su casa, paseándose delante de los hombres que huelen su perfume, es una fornicadora y cada mirada que la mire es una fornicación.

«Querida hermana, no te depiles las cejas. Alá maldiga a las mujeres que se tatúan, a las que hacen tatuajes y a las que se depilan. ¿Sabéis lo que es una maldición de Alá? Hacerte una rayita en las cejas, finita, finita, finita, hace que tu cara sea tan perfecta, tan bonita y tus ojos tan llamativos, pero, con todo ello ¿no estás llamando la atención de los hombres? Cuando ves por la calle a una monja, la gente no la respeta por ser una devota cercana a Dios, la reconoce por ser una mujer religiosa. Pues igual nuestras hermanas musulmanas, son diamantes, son tesoros, son perlas y por eso se cubren para tapar su belleza porque la belleza es para su esposo». Vale.
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