02/11/2021
 Actualizado a 02/11/2021
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Hace algunos años el gobierno entonces vigente decidió que en España el día de Todos los Santos fuera un día laborable y lectivo, pero los alumnos decidieron no asistir a clase. Ningún profesor ni la dirección del centro les puso ninguna objeción. Era una decisión absurda quitar esta fiesta, pues, además de perder un puente muy interesante, la gente no entendía que se pusieran trabas a la costumbre de desplazarse para visitar las tumbas de sus muertos.

De momento, estos días de primeros de noviembre, siguen siendo multitudinarias las visitas a los cementerios. Quien más o quien menos, todo el mundo tiene sus difuntos. Sin embargo no parece descabellado pensar que fácilmente puedan llegar a perderse estas piadosas costumbres, dado que la mayoría de los niños y jóvenes ya casi no tienen idea de lo que es la muerte. Jamás han visto un muerto ni asistido a un entierro.

Son minoría los niños y jóvenes que visitan los cementerios por estas y por otras fechas o que asistan a los funerales. La fiesta cristiana de Todos los Santos o la conmemoración de los Fieles Difuntos no significa nada para ellos. De hecho son muchas las personas que no saben distinguir lo que se celebra en cada uno de estos días. Y, por supuesto, piensan que el día de Todos los Santos es el día de los Difuntos. La gente joven está muy engañada y equivocada y, además, muy entretenida con sus disfraces, brujas y calabazas. La muerte se ha convertido para muchos un tema tabú, que trata de ocultarse, del que es mejor no hablar. Muchos difuntos ya pasan desapercibidos. Se suprime el velatorio, se incineran y no se celebra ningún ritual religioso.

Pero no nos engañemos. La muerte existe y difuntos somos todos, unos de facto y otros en potencia, Nadie podrá escabullirse. Recuerdo que, cuando murió uno de mis tíos, su esposa lloraba y alguien le dijo: no sufras, pronto irás a estar con él. Y así fue, no importa que viviera algunos años más. Por eso, más que vivir como si no fuéramos a morir nunca, lo que tenemos que hacer es afrontar las grandes preguntas sobre el sentido de la vida y de la muerte.

La humanidad ha pasado y seguirá pasando por grandes pruebas y tribulaciones, algunas muy recientemente. Parece que no hemos aprendido mucho. Unos no quieren saber nada de Dios y a otros les da vergüenza dar testimonio de su fe en Él. Pero lo descrito en el Apocalipsis tiene ahora plena actualidad. No es cuestión de tener miedo, sino de saber el mensaje que Dios nos da a través de los signos de los tiempos que nos ha tocado vivir.
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