Difuntos

29/10/2016
 Actualizado a 14/09/2019
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Si la semana anterior os hablaba de mi extraña relación con el fútbol, hoy os voy a hablar de mi –todavía más- inquietante relación con los muertos. Más que con los muertos en sí, con los servicios funerarios. De nuevo, por diferentes circunstancias de la vida, me ha tocado hacer muchas visitas a Serfunle para ver a mi padre. Menudo sitio para ir a menudo ¿verdad? Pero nunca me lo tomé como otra cosa más que el lugar de trabajo de mi padre. Vale que el escenario no es el más idílico, pero para mí era como ir a una oficina cualquiera. Lo curioso es que nunca me había planteado el día en el que tuviese que ser yo la protagonista de la historia. Estaba tan acostumbrada a pasearme por allí que pensaba que me había curado de todo espanto. Pero desgraciadamente, y como el tiempo no perdona, llegó un momento en el que me vi cruzando esa puerta que tantas veces había cruzado para dirigirme a un sitio distinto, dentro del mismo lugar. Entonces me di cuenta de que la situación que había visto repetirse en tantas ocasiones y que contemplaba como mera espectadora, ahora me tocaba vivirla a mí. Y que el nombre de la persona que estaba entre las esquelas de ese día era de mi sangre. Ves tu apellido ahí y se te quiere caer el mundo encima. Qué triste es hacerse mayor. El ser humano nunca va a estar preparado para enfrentarse a algo así. Algo que, por otro lado, nunca podremos decir que no nos volverá a pasar o que no tendremos que volver a revivir ese mal trago. La vida siempre nos la juega. Aunque hay personas a las que siempre vas a querer, puedas estar con ellas o no. Estén a tu lado o vete tú a saber dónde. En días como hoy siempre recuerdo a mi abuelo. Cómo le gustaría poder leerme. Y aunque lógicamente piense que no puede hacerlo, siempre le vuelvo a escribir. Oye, por si acaso. La verdad es que odio ir al cementerio y el ambiente deprimente que se respira. No me hace falta asistir para tenerle siempre en mi memoria, pero en estas fechas supongo que no me puedo librar. Y ya de paso podré comprobar los 266.000 euros que ha invertido el Ayuntamiento en las mejoras del campo santo… Vamos a ponerle un poco de humor al asunto, que tampoco quiero deprimir a nadie. Y los que tengáis la oportunidad, pues a hacer un poco el loco el fin de semana de Halloween, que algo bueno tenía que tener una ‘celebración’ tan espantosa. Una de dos, o nos vemos en los bares o nos vemos en el cementerio. Que cada uno elija el lugar. Yo mientras tanto ya me encargaré de que me repartan por aquí y por allá, en todos los lugares en los que he sido feliz. Que eso de vivir para toda la eternidad en un mismo sitio se me queda pequeño.
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