Diego García Paz: "El ordenamiento jurídico surge de la desesperanza"

El jurista y escritor leonés acaba de publicar el libro 'La desesperación como origen del Derecho'

Joaquín Revuelta
04/11/2020
 Actualizado a 04/11/2020
Diego García Paz ocupa el puesto de Letrado Jefe del Servicio Jurídico de Civil y Penal de la Comunidad de Madrid.
Diego García Paz ocupa el puesto de Letrado Jefe del Servicio Jurídico de Civil y Penal de la Comunidad de Madrid.
El leonés Diego García Paz,  Letrado Jefe de Civil y Penal de la Comunidad de Madrid y Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, acaba de publicar su segundo libro tras ‘Cuentos desde la oscuridad’ bajo el sello editorial Eolas y Menoslobos, siendo ‘La desesperación como origen del Derecho’ el primer libro de la nueva colección Ursa Maior. A través de los artículos que se recopilan en esta publicación, los más destacados representantes de la filosofía y de la literatura española y universal, así como personajes históricos de diversas épocas y los más insospechados representantes de otros ámbitos, como el cine y el cómic, se unen para ofrecer una perspectiva desde la que, muchos de ellos, no habían sido vistos hasta la fecha: la del Derecho. De Sócrates a Wittgenstein; de Jesús de Nazaret a Superman, entre otros muchos, aparecen bajo un prisma desconocido hasta la fecha.  

En principio llama la atención el título del nuevo libro de quien durante varios meses ostentara la presidencia de la Casa de León en Madrid al vincular la desesperación con el Derecho. «La cuestión es que se trata de buscar el fundamento de la existencia del Derecho, una cuestión que se ha debatido mucho. Por qué existe un ordenamiento jurídico que nos regula a todos en nuestro día a día. Entonces lo que llego a ver a través de los artículos que voy publicando es que existe un mismo hilo conductor en todos los autores, de todas las perspectivas y de todos los ámbitos distintos», sostiene el autor leonés, para quien se dan dos vertientes de este planteamiento. «De una parte la necesidad de que haya un tercero que solucione los problemas que tenemos habitualmente, porque por desgracia nosotros no tenemos la capacidad ética suficiente para resolverlos de una forma pacífica. Y esto es algo que todos los filósofos de todas las épocas han visto, incluso Ortega y Gasset, que precisamente el término desesperación aplicado al Derecho tiene su origen literal en él. Como no tenemos la capacidad ética suficiente para llegar a un arreglo pacífico de las circunstancias de la vida, tenemos que crear un sistema ajeno a nosotros para que ese sistema, aparentemente objetivo, nos resuelva los conflictos. Por eso surge el Derecho; es decir, surge de la desesperación, de la frustración que tenemos interna de saber que no somos capaces de llegar a un acuerdo amistoso y pacífico en términos generales. ¿Al final dónde está el germen del ordenamiento jurídico? Pues en esa desesperanza. Nosotros además somos conscientes de que no podemos hacerlo porque somos en cierta forma limitados, tendemos al conflicto y tenemos que recurrir a algo ajeno para que nos resuelva las controversias», argumenta García Paz, sabedor de que existe algo por encima de ese Derecho que lo dota de legitimidad, que lo dota de valor. «¿Las normas jurídicas en sí mismas por qué nos obligan? Pues nos obligan porque hay algo que llamamos Derecho natural, algo que nos trasciende a todos y que hace que el Derecho tenga una legitimidad, que tenga un fundamento bueno. Ese fundamento obligatorio, que es lo que dota de valor a las normas, es un fundamento filosófico. El libro lo que hace es valorar todo esto y lo hace desde la perspectiva de diferentes autores. Lo curioso es que todos ellos, aunque parezca que no tengan ninguna relación con el Derecho, todos se unen en cierta forma para llegar a esta misma conclusión», argumenta García Paz.Sin duda sorprende la variedad de personas y de personajes que pueblan esta publicación, donde uno puede encontrarse desde Sócrates hasta H.P. Lovecraft pasando por Herman Melville, Miguel de Unamuno o Rosalía de Castro e incluso personajes de la literatura y el cómic como Drácula o Superman. «Más que un trabajo ha sido un reto personal buscar autores y personajes que parece que están en las antípodas de lo jurídico para ver qué relación tienen con el Derecho. El libro va desde Sócrates hasta Wittgenstein, que son filósofos y que tienen su entronque con el Derecho. Pero cuando me refiere a personajes de la literatura o el cómic, como Drácula o Superman, se trata de ver qué valores tienen esos personajes y ver qué entronque tienen con el Derecho. Por ejemplo, en el caso de Superman es un extraterrestre realmente y no forma parte de la sociedad humana. Entonces lo que resulta es que la humanidad tiene que depender de un tercero, incluso la propia sociedad, para que le resuelva los problemas. Aunque Superman se encardine en la sociedad y forma parte de ese grupo humano, realmente no pertenece a la sociedad. Y luego nos encontramos con una serie de problemas añadidos, porque cuando Superman actúa y lo hace con una fuerza sobredimensionada resulta que si genera un destrozo alrededor para revertir un mal, él puede, conforme a nuestras normas jurídicas, ser responsable de los daños que ha causado alrededor y se le puede aplicar el Derecho si no se atempera con un criterio de racionabilidad. Al mismo tiempo que salva algo también causa grandes destrozos», sostiene el autor, para quien «estaríamos hablando de que los principios de proporcionalidad de aplicación en el Derecho o el principio de presunción de inocencia al pobre superhéroe a lo mejor se le ven inaplicados. El caso de Drácula se puede analizar desde la perspectiva del Derecho internacional. Lo que medito en el artículo de Drácula es que él es como un estado de acogida cuando Jonathan Harker llega a hacer un negocio inmobiliario al castillo de los Cárpatos. Drácula lo acoge y Harker se ve imbuido de su elegancia y fastuosidad, pero cuando se cierran las puertas del castillo lo que se encuentra es con alguien hostil que quiere acabar con su vida. Entonces es una reflexión sobre el Derecho internacional y la necesidad de que haya un principio de hospitalidad entre los estados para que los movimientos migratorios no se transformen en que realmente se reciben a los inmigrantes en un estado pero sus derechos en ese estado son cero», señala. También resulta llamativa la inclusión de Jesús de Nazaret, que el autor justifica argumentando que «he encontrado muchos entronques con lo que es la facultad del perdón, la facultad del indulto, que es una prerrogativa de gracia que se tiene en el ordenamiento jurídico español. También en el Derecho internacional público hay un derecho que se aplica a la guerra donde hay una serie de zonas que están aisladas y que son un territorio en el cual no se puede aplicar actuaciones bélicas y que están para proteger a la sociedad o ciertos grupos. La filosofía y la doctrina de Jesús de Nazaret, sobre todo en ese sentido de proteger al débil y de garantizar que haya un perdón de ciertas conductas, también se deja ver en el Derecho. Es un personaje que además ha tenido mucha influencia porque el cristianismo fue digamos tamizado a través del Derecho canónico y éste luego influyó también en el Derecho romano y todo esto es lo que actualmente tenemos. La impronta del ordenamiento español es  tanto del Derecho romano como del Derecho canónico y las doctrinas religiosas de Jesús de Nazaret también están ahí».

Diego García Paz destaca de los personajes que aparecen en el libro la figura de Ludwig Wittgenstein, autor del Tratado Lógico Filosófico donde sostiene que el lenguaje no va más allá de las palabras. «Pero en una segunda etapa reconoce que esto no puede ser, que no queda solo en la palabra sino que existe un metalenguaje y lo mismo que hay un metalenguaje que hace que las palabras tengan un sentido y un significado, el Derecho también tiene un sentido y un significado más allá de la norma jurídica. Wittgenstein es el que mejor refleja la necesidad de que haya un Derecho digamos atemperado y un Derecho justo que viene desde otra perspectiva, porque no se queda solo en la norma, tiene que haber algo por encima de ella que lo dota de legitimidad», argumenta el jurista.

También se ha encontrado con personajes que parecen que son diametralmente opuesto a lo jurídico, que no lo valoran, y también tienen relación. «Me refiero a Schopenhauer o a Sigmund Freud. Lo que pasa es que el concepto que tienen del Derecho es bastante negativo y surge precisamente de esa idea de que las normas jurídicas están para intentar pulir la barbarie humana, por decirlo de alguna manera y para entender los contenidos de alguna forma. Viene de Nietzsche, que sería en cierta forma el antecedente de Schopenhauer, que es un mecanismo hasta cierto punto represor. El hombre si se desboca se transforma en una bestia y es necesario que exista algún tipo de ordenamiento jurídico que limite ese desbordamiento de las apetencias que tiene el ser humano», asevera.

El jurista y escritor leonés se plantea en un futuro sacar un segundo volumen pues el actual incluye los artículos publicados hasta finales de 2019. «El que lea el libro por su orden, por el orden de publicación, termina sabiendo que hay un punto de conexión entre todos», asegura García Paz, que lamenta no poder hacer, dadas las circunstancias actuales, una presentación del libro tanto en Madrid como en León.  «Todo se está moviendo a través de redes sociales y en internet».
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