03/05/2020
 Actualizado a 03/05/2020
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Se han levantado gritos de cólera en el PP por la exhumación de unos divertidos deslices sintácticos cometidos en su día por el expresidente del Gobierno Sr. Rajoy. La televisión pública lossacó a la luz en el programa infantil educativo ‘Aprendamos en casa’, vídeo emitido por la 2 para paliar la falta de clases presenciales por el covid-19. En el contenido se hacía hincapié sobre la coherencia del lenguaje, aludiendo a dichos como: «Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde», emitido por don Mariano en la localidad de Benavente en un mitin con ocasión de las elecciones generales. A este embrollo sintáctico se añadían otros trabalenguas del mismo autor: «Cuanto mejor, peor para todos. Y cuanto peor para todos, mejor para mí el suyo beneficio político»; o «Somos sentimiento y tenemos seres humanos».

La reacción del PP ha sido desaforada. El mayor partido de la oposición ha denunciado el caso en boca de su secretario general Teodoro García Egea, no solo comouna adrede manipulación para humillar y ridiculizar a su camarada, sino como demostración de «extrema miseria moral»; mientras que otro cabecilla del partido, Rafael Hernando, ha calificado a los responsables del hecho de «gentuza». Por si no fuera suficiente, el PP ha anunciado que emprenderá acciones legales, exigiendo la dimisión inmediata del director del programa, del responsable del contenido infantil, de la propia administradora de RTV y hasta del lucero del alba por permitir que se adoctrine con dinero público de ese modo a los niños. Todo ello sin tener en cuenta que en el programa televisivo ‘El Hormiguero’ el propio afectado Sr. Rajoy, con su natural gracejo y retranca gallega, ya le había quitado hierro al asunto, tratándolo de modo desenfadado como uno más de los errores lingüísticosque se cometen a diario, especialmente en boca de aquellos obligados a hablar con frecuencia por su condición de parlamentarios. Pero es que hoy la controversia ideológica no es tratada como un mero ‘lapsus linguae’, sino que vira hacia la ‘odiología’ por las cuestiones más nimias.

De todos modos, todavía falta mucho para llegar a lo que cuenta irónicamente Hegel –creo que en su ‘Filosofía de la Historia’. Pugnar que Cristo tenía naturaleza divina (omosos) o era semejante a Dios (omoisos), esto es, por una ‘i’ de más o de menos, de quita y pon, hubo ríos de sangre. Por un simple dicho aquí la sangre todavía no ha llegado al río.

Ante una oposición política tan desmesuradamente crítica y ofensiva –porque aprovecha cualquier circunstancia para insultar o difamar–, probablemente hubiera sido aconsejable callar la autoría de los dichos. Pero, ¿qué hubiera ocurrido ante la natural curiosidad infantil de conocer el nombre de su autor? ¿Se hubiera ocultado o se habría respondido con una mentira? Porque es esta la alternativa manifiesta de la política española del momento en sus variantes ideológicas: omitir o mentir.

Lo que a un servidor le llena de no menor irritación es hasta qué punto muestra este Gobierno su flaqueza ante la agresividad de sus oponentes políticos. El ministerio de Educación y Formación Profesional se pronunció el pasado día 16 de abril sobre la difusión de los dichos de Rajoy calificándolos como un «error involuntario», y ha pedido disculpas por la emisión del programa que los utilizaba para las clases infantiles de lengua. Si los dichos eran ciertos y adecuados a la pedagogía y verdadero el autor de los mismos, ¿a qué santo viene este ponerse de hinojos gubernamental? País.
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