Diario de un cazurrín valiente en Bangkok

Pablo Nadal, el ‘Superhéroe de ojos verdes’, ha vivido 21 días en Tailandia un sueño hecho realidad gracias a la solidaridad: un tratamiento puntero para sanar sus daños cerebrales

Susana Martín
08/02/2016
 Actualizado a 19/09/2019
Pablo Nadal con papá, Juan Ramón, de risas de madrugada (el jetlag). | B. GONZÁLEZ
Pablo Nadal con papá, Juan Ramón, de risas de madrugada (el jetlag). | B. GONZÁLEZ
Miren la cara de absoluta felicidad del Superhéroe de ojos verdes en la fotografía grande que ilustra este reportaje. Es de hace unos días en Bangkok, junto a su padre, una imagen genial tomada por su madre durante una larga madrugada de las tres semanas del tratamiento que ha estado recibiendo en la capital tailandesa. Este lunes termina este apasionante capítulo de la aventura del leonés Pablo Nadal y comienza otro más lento, el del principio de la gran recuperación del pequeño, que sufrió graves daños cerebrales hace tres años tras unas fortísimas fiebres y «algo» (que nunca se diagnosticó) que le robó el habla y la movilidad.

Ya estamos aquí, qué increíble. Gracias. Dos meses preparando todo y es una realidad gracias a tantas muestras de solidaridad La lucha de esta familia leonesa está siendo titánica desde aquel fatídico verano en que Pablo pasó de ser un niño sano y feliz a un canijo sonriente que necesita ayuda para todo. Beatriz y Juan Ramón, sus padres, dieron a conocer la historia de su hijo y tuvieron la suerte de hacerse con el apoyo de miles de personas que han colaborado intensamente en la recuperación de este ojazos que en los últimos meses está experimentando incontables mejorías. Este lunes regresa a España.

Ya mueve el cuello, y un brazo. Puede comer mejor y pide agua. Pero el camino es largo y la última parada les ha llevado durante tres semanas a Tailandia para someter al pequeño a una terapia celular pionera que busca mejorar sus daños cerebrales gracias a la sangre y tejidos de cordón umbilical de donantes. Los casi 30.000 euros que cuesta este tratamiento experimental forman parte de esa cadena de solidaridad que no ha dejado nunca solos a Pablo y a su familia, arropados en las redes sociales y con un sinfín de muestras de apoyo (también económico) desde que hicieron público su caso.

Durante los últimos 21 días, la madre del ‘Superhéroe de ojos verdes’ –como se le conoce en internet– ha ido contando todas las peripecias que están viviendo en Bangkok, tanto en el Better Being Hospital como en los ratos libres.Pese al jetlag, al calor exagerado, al cambio horario, el tráfico y el ajetreo diario, los Nadal están felices por esta experiencia Gracias a la venta de pulseras, de llaveros, de calendarios, gracias a las aportaciones voluntarias en su cuenta, Pablo se ha estado sometiendo en Tailandia a novísimas terapias en una clínica de rehabilitación que consigue las células madre en China, una apuesta en la que sus padres confían con todas sus fuerzas. «No se verán las mejoras hasta dentro de unos meses, y tendrá que trabajar duro, pero estamos seguros de que será buenísimo para él», cuenta Bea, que reconoce que se agarrarían a un clavo ardiendo y harían –no han dejado de hacerlo– todo lo que esté en sus manos para que Pablo recupere movilidad y el habla. La sonrisa gigante no la perdió nunca. No habla pero siente, y sonríe mucho, consciente de la entrega total de su familia.Y estos días han sido cansados, duros , pero muy emocionantes. Aunque es invierno, el calor en Tailandia es excesivo, como el tráfico, y han tenido jetlag, «hacer realidad nuestro sueño está mereciendo la pena». Y eso que a ratos Pablo lloró con algunos tratamientos desconocidos, y a veces se asustó con otros, y el vuelo con escalas se hizo eterno, pero desde que supo que iban de viaje (y tan lejos) estaba feliz y sonreía de oreja a oreja.Nuevas terapias para PabloEn la cámara de terapia de oxígeno hiperbárico hay que estar una hora encerrados. Nos tumbamos con él para que sea menos pesado ¿Qué le han estado haciendo en Bangkok al Superhéroe de ojos verdes? Un poco de todo, como narran las fotos que han ido tomando sus padres estos días. En los pies, ‘acugraph’, un test para medir la energía que llega a cada dedo de manos y pies. Le han hecho incontables análisis, le ha visto un nutricionista (está delgadín pero fuerte) y ha probado la cráneopuntura. Ha pasado horas en la cámara hiperbárica que tan bien conoce, y terapia ocupacional, y logopedia y fisioterapia. Ha estado probando la TMS (estimulación magnética transcraneal), que en España sólo se aplica a adultos y sirve para rebajar la espasticidad que tantos impedimentos supone para Pablo. La primera infusión intravenosa de células madre era un momento muy esperado por toda la familia. «Qué emoción», contaba Beatriz. El líquido amarillento entra por la sangre del paciente y hace que mejore el músculo, la piel, el aparato digestivo y todo lo que encuentre por su camino sanguíneo que necesite mejorar. La punción y la colocación de la agujas en la cabeza es cuestión de cinco minutos. En la habitación, un ‘chute’ de factores de crecimiento Ha habido también tiempo para madrugones y para electros, punciones lumbares, más infusiones intravenosas con células madre o factores de crecimiento (algunos días, doble sesión)... Y también un poco de relajación gracias a la piscina, y algunos paseos en los días libres (pocos), y más TMS, y más logopedas, y ratos eternos en la incómoda cámara hiperbárica de oxígeno o sesiones de cráneopuntura.El siguiente paso es esperar. Continuar con las terapias en Valencia –donde viven ahora– y en León. Y confiar en que el seguro médico no les «corte el grifo», como les han advertido. Y esperar a que esas células madre que ya están en el cuerpo de Pablo actúen y sanen la parte de su cerebro dañada. Y pronto, visita a León para contar todos los detalles de esta esperanzadora aventura tailandesa a la familia.
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