22/11/2021
 Actualizado a 22/11/2021
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Por fin podemos conocer, de primera mano, el íntimo manantial del pensamiento del que fuera presidente del gobierno de España entre 2004 y 2011, nuestro don José Luis Rodríguez Zapatero. Nos lo declara él mismo en su libro. ‘No voy a traicionar a Borges’ cuando, en la página 38 se refiere al poema del autor argentino, de su libro ‘Atlas’ y titulado ‘El principio’. Se trata, al parecer, de que encuentra en Borges su principio: El diálogo incesante. Pero, el cronista se pregunta: ¿Es que es posible traicionar a los dioses? ¿Está al alcance de un humano hacerlo?

Uno más a autoproclamarse aspirante al premio nobel de la paz en su incesante porfía por dialogar con todo el mundo, incluidos los asesinos. Uno más en justificar su desastrosa gestión y su fatídica elección de candidatos y candidatas a los puestos de responsabilidad durante su gobierno. Un fraudulento más en la ya larga lista de demócratas de pacotilla que van pasando por nuestras instituciones post franquistas, dejando tras de sí un reguero de incompetencia. Y dejando con el culo al aire a tantos y tantos españoles que añoraban la llegada de la izquierda al poder, para ver si éramos capaces de ver el país sin el aliento en la nuca de terroristas y separatistas y demás ‘amigos’ del diálogo incesante y el movimiento continuo.

¿Quieren saber las claves del famoso poema borgeano? Pues ahí van algunos versos: «Dos griegos están conversando. Sócrates y acaso Parménides… El tema del diálogo es abstracto… Las razones que alegan pueden abundar en falacias… No polemizan… Están de acuerdo en una sola cosa: saben que la discusión es el no imposible camino para llegar a una verdad… Han olvidado la plegaria y la magia». Es decir: se han olvidado de todo. No es extraño que nuestro expresidente: «no vaya a traicionar a Borges» cuando a él se agarra.

Pero será el mismo autor argentino, quien tantas veces cambió de opinión, y al que el mismo Zapatero reconoce su incapacidad política, quien, en el prólogo a la edición de ‘Fervor de buenos Aires’ 46 años después de la primera, reconozca la evolución de Borges: «En aquel tiempo buscaba los atardeceres, los arrabales y la desdicha; ahora las mañanas, el centro y la serenidad». Con cuál de los dos se queda nuestro don José Luis es fácil de adivinar. Y más cuando es él mismo quien proclama que no está dispuesto a contradecir al genio que nunca destacó por su capacidad política, a pesar de su genialidad como escritor.

¡Zapatero, a tus zapatos! dirán algunos. Pero no será este cronista quien vaya a traicionar a Zapatero.
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