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Diagnósticos chalados

02/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Eta es la historia de un colega que se rompió el tendón de Aquiles con el solo propósito de que yo aprendiese de una vez por todas que no se dice talón de Aquiles. Fue haciendo deporte. Una arrancada jugando al pádel. Que no es lo mismo que si te fastidias la muñeca por forcejear con un gorrión que te quiere quitar una patata frita de la mano, como casi me pasa a mí el otro día.

El caso con mi compi fue el siguiente. Se hace daño y aguanta un par de días, todo coraje. Al cabo de estos va a la Clínica San Francisco, porque tiene seguro privado, y le atiende la médico de urgencias. La Doctora Caricias diagnostica rotura fibrilar en zona gemelar usando una moderna técnica: la interpretación del relato del paciente, sin exploración más allá de una caricia.

Al día siguiente mi colega pide la baja al Doctor Seminarista en un centro de Adeslas. Pero no contentos con el diagnostico, él y su chica, enfermera entusiasta y con algún ‘paper’ o artículo a sus espaldas, hacen la sencilla prueba de Thompson y descubren que es una rotura del tendón de Aquiles.

Al quinto día acuden al Doctor Tarjeta, traumatólogo que sin levantarse de la mesa, ni mucho menos contemplar pedir una ecografía, especula entre rotura de fibras y de tendón de Aquiles mientras no deja de sacarle brillo al plástico dorado de Adeslas.

La pareja solicita por su propia cuenta una eco y se la dan para más de una semana después, así que vuelven a urgencias y el Doctor Majo examina con detalle la zona y encarga eco inmediatamente. Cuesta que se la hagan porque el Doctor Majo no era especialista y la Radióloga Ladrido solo cede cuando tiene un papel firmado por un traumatólogo, de los cuales no queda ninguno cuando la eco llega a manos de mis amigos.

Vuelven a pedir cita con el Doctor Tarjeta y este certifica el tendón de Aquiles roto y pregunta que qué quiere hacer el accidentado, que por su parte no sabe cuando podría intervenir por no disponer de quirófano. Mi socio va a hacerse el preoperatorio mientras emprende la búsqueda de alguien que le quiera operar. La Anestesista No Hay Dolor le hace las pruebas pertinentes entre pacientes en reanimación. Si se hubiesen levantado y echado a andar mi colega no hubiese movido ni una ceja de sorpresa, sobra decir.

Y así, quince días después de la arrancada fatídica, el tendón de Aquiles que nos ocupa es operado por el Doctor Pro. Ahora a mi colega sólo le queda por delante un año de recuperación. Nada, comparado con los quince días de diagnósticos chalados.
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