Secundino Llorente

Día de puertas abiertas

04/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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A mediados del mes de mayo los institutos se visten de gala para que los niños de varios colegios de primaria que han conseguido una plaza vengan a conocerlos.

Es un día especial para todos. Del mismo modo que la familia de la comunidad educativa del instituto ‘llora’ en la graduación de los que finalizan sus estudios en el centro, esta familia se alegra con la llegada de la nueva remesa.

Es un día especial para los padres que tienen miedo a no haber acertado bien con el centro al que han encomendado la formación y educación de sus hijos. Ellos esperan a la puerta al final de la visita con preocupación. Quieren conocer la impresión de los niños. Es importante que empiecen con buen pie y que sean felices desde el primer día.

Es un día especial para los profesores. Ellos desean conocer a los alumnos con los que van batallar los seis años siguientes. Intentan causarles una grata impresión. En las aulas de Tecnología o Música; en los laboratorios de Química o Biología; en el gimnasio o en las aulas de grupos, los profesores se esfuerzan para que aquellos ‘pipiolos’ se enteren en seis minutos de lo que van a hacer allí en los próximos seis cursos.

Es un día especial para los alumnos del instituto, especialmente para los de primero, porque se dan cuenta de que ya les están empujando para un curso más. Dejan de ser los benjamines mimados de la casa. Muchos son familiares y amigos del barrio e intentan enseñarles su casa: la cafetería, los campos de deporte, la biblioteca. En sólo treinta minutos de recreo les ponen al día de lo bueno y lo no tan bueno del centro.

Pero principalmente es un día muy especial para los que serán nuevos alumnos del instituto. Son niños de once años. Están como flanes. Lo analizan todo con ansiedad. Se miran unos a otros con un cierto recelo porque la mayoría no se conocen pero saben que serán compañeros durante los próximos cursos. Esto queda reflejado en la primera foto de todo el grupo en la fachada y esto lo van a comentar seis años más tarde en la fiesta de la graduación. Es curioso que todos son unos niños encantadores al principio, todos pasan en segundo o tercero por una crisis que les convierte en insoportables y todos vuelven otra vez a la sensatez en bachillerato y se comportan como jóvenes maduros y educados. Entre la foto de entrada y la foto de graduación esos niños han pasado por muchas fases que les llevan del colegio de primaria a la universidad.

Durante muchos años yo he acompañado a esos alumnos en la visita del centro. Nunca olvidaré esas sensaciones. Están nerviosos. Lo preguntan todo. Al principio sólo se apoyan en sus maestros de primaria. Me gustaba fijarme en los comentarios que hacían a los padres que esperaban a la puerta. Aquella frase, aquella mirada o aquel beso resumía toda una impresión sobre el futuro centro escolar.

Estoy convencido de que ningún alumno se olvida de la jornada en la conoció su instituto para los seis años más importantes de su vida. Nunca se olvidarán del ‘día de puertas abiertas’.
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