Detectan 'bullying' a una niña diabética en Ponferrada por pincharse insulina

La menor era obligada a inyectarse por sus compañeros y llegó a estar ingresada en León/ Adebi asegura que no hay muchos de estos casos y que la sociedad está más concienciada

Mar Iglesias
31/07/2022
 Actualizado a 31/07/2022
Maria Antonia Gancedo en la sede que Adebi tiene en los bajos del Toralín. | MAR IGLESIAS
Maria Antonia Gancedo en la sede que Adebi tiene en los bajos del Toralín. | MAR IGLESIAS
La Asociación de Diabéticos del Bierzo (Adebi) detectó un caso de bullying a una niña, diabética de tipo uno y con la necesidad de inyectarse insulina en el colegio. Eso hizo que sus compañeros «jugueteasen» con esa realidad y la obligaran a pincharse más veces de las debidas, por la curiosidad de ver qué podía sucederle. Esa práctica acabó en que la niña tuviera que ser hospitalizada e incluso trasladada a León, donde estuvo a punto de entrar en coma, recuerda la presidenta de la Asociación de Diabéticos del Bierzo, Adebi, María Antonia Gancedo, como ejemplo del desconocimiento que existe sobre esta enfermedad que ella prefiere llamar «situación».

Pero reconoce que no se llegó a presentar ninguna denuncia de este caso de bullying, ya que se consideró que «eran menores de edad» y habían incomodado a la niña por una curiosidad maligna. Del lado positivo, asegura que se ha llegado a becar a niños diabéticos para que se desarrollen en lo deportivo desde la asociación «becamos a una niña que estaba retraída», por su condición de diabética «y el deporte la fortaleció».

Reconoce que en el Bierzo no se han dado casos de discriminación laboral por ser diabético pero es un problema sobre el que la Federación tiene puesto el ojo. Incluso se denunciaron convocatorias de puestos de trabajo que excluían a personas que tuvieran esta enfermedad«es algo sobre lo que se ha trabajado mucho y se ha conseguido que el rechazo sea mínimo». Pero reconoce que muchos enfermos prefieren que no se sepa su situación.
Adebi es uno de los frentes que ha luchado por normalizar la enfermedad, por socializar y limitar la autoexclusión en la que muchos enfermos caen.

La agrupación se creó en 1988, fecha en la que se establece el acta fundacional, aunque se registró en el Ayuntamiento en 1992 y en la Junta en 1998. Hoy Adebi son 200 socios y la cifra está subiendo, asegura Gancedo «se está notando que, desde que entró la nueva junta directiva (hace un año) y las normas sanitarias lo permiten, estamos creciendo». De todos modos, con respecto a los índices de enfermos «somos pocos socios», aunque no hay un censo definido, algo que está proyectado realizar. Estarían entre un 10 y un 12% de la sociedad, 422 millones en el mundo y con la expectativa puesta en que sean 450 millones en 2024, por la forma de alimentarse y el sedentarismo en el que está instalado la sociedad. El perfil de los socios es el de la persona diabética que busca «compartir su situación y disfrutar en común de actividades para desarrollar una vida saludable y ocio activo».

Buscan «identificarse con otros», apunta Gancedo «y toman conciencia de que pueden hacer una vida normal». Y, es que, asegura que conocer es cambiar de pensamiento. «Caen muchos mitos, sobre todo en la alimentación», dice ella que es diabética desde que fue madre.

«Sabemos que tenemos un límite»

«Sabemos que tenemos un límite» reconoce Gancedo, pero también apunta que hay triatletas conocidos diabéticos que han podido alcanzar grandes metas pese a todo. Lo fundamental es conocer ese límite.

El covid ha destapado muchos casos de diabetes y ha hecho «debutar», sobre todo, casos en niños. Y, es que, reconoce Gancedo que cada vez son más casos infantiles los que se detectan. Hay una veintena de niños con la enfermedad, algunos de entre 2 y 6 años. Eso ha hecho que se organice una nueva actividad, el grupo DT 3.0, destinado a familias para ayudarlas a sobrellevar el caso de sus hijos «porque es muy complicado cuando debuta la enfermedad en un niño de cinco años, no saben qué darles de comer, qué actividades extraescolares son mejores...». El grupo les aconseja, se intercambian experiencias, se habla de las bombas y medidores nuevos.

Tal vez la franja más preocupante es la de jóvenes adolescentes «es una edad más rebelde» que asimila mal la enfermedad. Una vez pasada, sin embargo, lo asimilan a la perfección e incluso se prestan a ayudar a los más pequeños para prevenir cosas que a ellos les pasaron. Siempre cuentan con el apoyo de las enfermeras del centro, una de ellas diabética desde los 3 años.

Adebi da la posibilidad de realizar salidas a entornos naturales conjuntas, también actividades culturales «para nocentrarnos siempre en saber lo que comemos, sino en disfrutar de lo que hacemos". En las marchas siempre van acompañados por dos enfermeras, María Jesús y teresa, que aprovechan para hablar de educación para la salud. «De lo que tratamos es de llenar el hueco entre la parte clínica del diagnóstico y cómo volver a la vida social siendo diabético». Reconoce que medir la medicación «nos cuesta a todos» pero «podemos hacer cosas». Lo fundamental es «reconocer lo que podemos hacer»y eso es lo que intentan hacer ver mediante charlas que han ido dando en la Universidad de la Experiencia y también en colegios, una actividad en la que seguirán, además de los programas radiofónicos.

Llegar al rural

Entre sus proyectos está continuar con esas actividades de intercambio y difusión, pero también estirar sus brazos al rural. Aunque Gancedo reconoce que la vida en el pueblo es más sana que en la ciudad, porque se camina más y la alimentación suele ser más sana, apunta que les queda tocar ese espacio. Lo han hecho con una representación en Bembibre pero quieren ir a más. También buscan contar con una sede en exclusiva, ya que en la actualidad la comparten, en los bajos del Toralín, con otra asociación. Eso limita su espacio para poder hacer actividades más específicas como talleres, zona de terapia. «Hay que hacer trabajo de prevención, informar y educar», dice Gancedo.

La agrupación reclama más ayuda económica, puesto que solo cuentan con una subvención del Ayuntamiento de 1.700 euros y las necesidades han ido creciendo,.También considera que debería haber pediatras especializados en diabetes y tener en cuenta a estos enfermos, algo que no se produjo, por ejemplo, con las vacunas del covid «éramos preferentes para vacunarnos, pero no se nos dio esa preferencia».

Ahora siguen trabajando en salidas, una pendiente a Camponaraya,también urbanas para conocer patrimonio con el pretexto de caminar. A medio plazo preparan las actividades del 14 de noviembre, día mundial de la Diabetes, que esperan celebrar con especialistas en una semana completa de actividades. De cara a las navidades quieren realizar un taller de menús para las fiestas dedicados a diabéticos. Y, para el próximo verano, tal vez campamentos para sus socios infantiles.
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