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Despoblación y repoblación

19/02/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Todo el mundo, especialmente los políticos, hablan de la despoblación en Castilla y León y en otras zonas de España. Es un hecho innegable. Basta ver cómo cada año se van cerrando escuelas y cómo muchas de estas van quedando reducidas a la más mínima expresión. Confieso que no he estado muy atento a las soluciones que proponen para evitar este galopante envejecimiento de nuestra sociedad. No obstante, me atrevo a proponer alguna solución.

Lo primero que hay que tener en cuenta es saber qué se puede hacer para que nazca un niño. Y no encontramos nada que supere o supla el método tradicional, que, además, se fundamenta en el libro de los libros, es decir, en La Biblia. En sus primeras páginas lo deja muy claro: «Creced y multiplicaos». Resumiendo en pocas líneas, se trata de aprovechar la diferencia que se da en el género humano entre hombres y mujeres y su a veces irresistible atracción, que no se reduce a mera atracción física, sino también amorosa.Ello les lleva a una unión tal que puede traer como consecuencia la generación de nuevas vidas humanas. Se trata de una verdadera obra de arte por parte del Creador. Y lo normal es que ese amor mutuo se expanda hacia la nueva criatura engendrada. Pero las cosas se han torcido de tal manera que el solo pensar que vasurgir un hijo de esa relación amorosa genera verdadero pánico. Se ponen todos los medios para que no se le ocurra aparecer. Y si se produce esa ‘desgracia’ del embarazo, se le destruye. Obviamente la ceguera es tal que ese hijo no se acepta como un don, como un verdadero regalo, sino como un estorbo. Mientras no se cambie de mentalidad, resultará inútil cualquier medida.

Más de uno pensará que la solución está en tomar medidas económicas, que no negamos que hagan falta, pero no deja de ser una falacia, porque en muchísimos casos son los que más dinero tienen los que más se cierran a la vida. Ya sé que el mundo de hoy no es el de mis abuelos, que tuvieron once y trece hijos respectivamente, o el de mis padres, que tuvieron cinco en medio de muchísimas estrecheces económicas, si bien unos y otros pudieron comprobar cómo todos salieron adelante. Pero había mucho amor, mucha generosidad y muchísima confianza en la Divina Providencia, que existe. Ciertamente podrá poner muchos ejemplos de la más viva actualidad que lo corroboran.

Imagino que más de uno sentirá indignación al encontrarse con estas reflexiones, pero mucho nos tememos que buscar soluciones al margen de estos principios es andar con paños calientes.
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