30/08/2020
 Actualizado a 30/08/2020
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Hace exactamente un año, sea cual sea la hora a la que ustedes estén leyendo esto, yo estaba despidiéndome de su ciudad, de su gente y de quienes fueron mis compañeros durante dos meses. Aunque mi mente tiene un poco borroso ese día, sí recuerdo mi último paseo por la ciudad, la última vez que miré la Catedral, que aún tenía la fachada principal en obras, y la forma en la que me despedí de todos aquellos que formaban parte de la redacción, que tanto me enseñaron y de quienes tanto aprendí. Sé que las despedidas nunca son sencillas, pero sigo prefiriendo aquellas a las de este año.

Han pasado varios meses desde que se levantó el estado de alarma y, al igual que les sucederá a muchos de ustedes, hay a quienes aún no he podido dar un abrazo en condiciones. Asimismo, todavía hay veces en las que no sé como saludar a ciertas personas, si con un codazo al más puro estilo americano, con un movimiento de mano en la distancia o burlar durante dos segundos el protocolo y dar un pequeño abrazo. Lo que sé seguro es que todos estamos deseando que llegue el fin de esta pandemia que tantas víctimas se ha cobrado en el ámbito sanitario y que ya se está cobrando a nivel socioeconómico; sin duda alguna, el fin del coronavirus es la única despedida que todos ansiamos.

Sin embargo, según han pronosticado desde la OMS aún tendríamos que esperar dos años más hasta ponerle fin a una pandemia que llegó de forma imprevista hace unos meses y que, a día de hoy, ha revolucionado el mundo entero. Ahora mismo solo nos queda acostumbrarnos a vivir con la idea de que el virus sigue estando y tratar de tomar las máximas precauciones posibles, ya que desde Gobierno y oposición no lo hacen demasiado, para que todo termine cuanto antes.

Solo espero que, en estos años venideros, el tiempo pase igual de rápido como lo ha hecho para mi desde que me despedí de León y que podamos volver a saludar, convivir y despedirnos con abrazos y cercanía, así como a recorrer ciudades sin preocuparnos por aforos, mascarillas y geles hidroalcohólicos y que, tal y como yo hice con esta ciudad, volvamos a hacer de cada una de ellas un hogar.
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