Secundino Llorente

Desiderata a los Reyes Magos para el mundo educativo en el 2021

07/01/2021
 Actualizado a 07/01/2021
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En el artículo de la pasada semana, última del año, repasaba los problemas significativos más importantes del 2020 y, basándome en ellos, trataré de reflejar los ‘deseos’ para el 2021. Cada curso en los centros escolares se confeccionan dos importantes documentos relacionados entre sí: La Memoria de Final de Curso y la Programación General Anual. La Memoria analiza la consecución de los objetivos de la Programación para el curso que finaliza y, a su vez, será la base para la Programación del curso siguiente. Algo similar intento hacer hoy, basarme en el análisis del último artículo, a fin de exponer mis deseos para el año nuevo en el mundo educativo. Quiero ser muy ambicioso: «por pedir que no sea». La lista podría ser interminable, pero me conformo con dos anhelos realmente importantísimos. Si al final de año hubiéramos conseguido estas dos aspiraciones podríamos sentirnos dichosos, eufóricos y agradecidos a los Reyes Magos.

El primer deseo es tan sencillo como crucial: «Que en el próximo mes de diciembre la pandemia del Covid-19 sea, simplemente, historia». Que hayan finalizado los contagios y las muertes, las restricciones y los confinamientos, las mascarillas y los geles hidroalcohólicos. Queremos que los centros educativos vuelvan a la normalidad, queremos otra vez alumnos alegres, contentos, joviales, divertidos, felices, bulliciosos, inquietos e, incluso, alocados, trastos o traviesos. Queremos que regrese la alegría y el ruido a los pasillos y las aulas, los abrazos y risas al hall y los gritos y carreras en los patios. Queremos reuniones y trabajos en equipo, sin barreras ni distancias, sin aislamientos ni temores. Pero también queremos retomar el trabajo, la exigencia y esfuerzo. Queremos afianzarnos en la enseñanza presencial y directa. Eso sí, nos encantaría continuar con las ratios de la pandemia de grupos pequeños y asequibles para garantizar la excelencia educativa. Por último, queremos que los alumnos vuelvan a participar en las actividades extraescolares porque tienen que salir de sus aulas, de vez en cuando, para no caer en la monotonía del pupitre. Es necesario estimularles y motivarles con actividades fuera del colegio. Además de quebrados o sintaxis los alumnos deben desarrollar los vínculos afectivos del grupo, adquirir hábitos que les ayuden a ser independientes lejos de su hogar y fomentar el valor del compañerismo, apoyo y la convivencia con sus semejantes. Estoy convencido de que el estímulo de un alumno ante una actividad atractiva le ayuda a esforzarse y a mejorar. Es muy difícil superar el incentivo de un viaje de fin de curso en el que se acercan distancias entre unos muchachos que hacen piña, y gracias a este viaje mejoran su confianza y seguridad, fortalecen lazos, descubren nuevos compañeros, se divierten mientras adquieren conocimientos, aumentan la autoestima y para siempre tendrán la impresión de haber vivido algo inolvidable. Este es el deseo para el 2021, sencillo pero maravilloso: volver a la situación de febrero de 2020.

El segundo deseo para este año en el mundo de la educación es algo manifiesto y ‘de cajón’, que no debería ser demasiado difícil de conseguir, pero que se convierte casi en un milagro por la incapacidad de los políticos y el menosprecio a la educación de los niños de España. Hay algo en lo que toda la comunidad educativa española está de acuerdo: «Es necesario y urgente un pacto educativo». No podemos seguir cambiando la ley cada vez que cambia de color el gobierno. Después de la última reforma educativa el péndulo ha oscilado con fuerza al otro extremo y hemos ‘tocado fondo’. Los últimos informes Pisa y TIMSS sitúan a España en el farolillo rojo de la educación en Europa. La brecha entre comunidades autónomas es cada día mayor: currículo deferente, escándalo de selectividad en la que cada autonomía se vale de preguntas, tiempo y criterios de corrección diferentes para culminar la injusticia con el ‘Distrito Único’ en el que se mezclan todas las calificaciones de España debidamente baremadas y con las notas de corte para cada carrera y facultad. El español ya no es vehicular en una parte de España y en Cataluña sólo se enseña como cualquier lengua extranjera, como el inglés o el francés. Son demasiados temas los que dividen a España: educación especial, enseñanza concertada, formación del profesorado, oposiciones de inspectores, la educación afectivo-sexual, segregación por sexos, móviles en las aulas, los deberes, el acoso escolar, el bilingüismo o el fracaso escolar. Son tantos los polvorines abiertos en la educación española actual que la gran duda es por dónde podemos empezar. Lo importante es no caer en el derrotismo. Estos datos deben estimularnos en positivo para progresar teniendo en cuenta de donde partimos. Estamos tan mal que sólo podemos mejorar. El deseo, o mejor, el milagro que pedimos a los Reyes Magos es que por una vez los políticos españoles, todos y de todos los colores, dejen a un lado los egoísmos e intereses partidistas y, con sensatez y cariño a los alumnos, se comprometan a respetar un gran ‘pacto educativo’ en el que todos podrían perder algo para que ganemos ‘TODOS’, como ocurrió el 6 de diciembre de 1978 con la Constitución Española. ¿Es tan difícil cumplir este sueño de toda la comunidad educativa? ¿Por qué no podemos soñar y creer en este milagro? Os lo agradeceremos todos, especialmente los niños. Este sería su mejor regalo en este día de los Reyes Magos.
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