Desgarrador silencio de 'la niña' Cortizo

Nunca la que llaman pacífica ciudad de León se vio sacudida como aquella mañana de lotería del 22 de diciembre de 1995. El estruendo la de bomba lapa se escuchó en media ciudad, ETA acababa de asesinar a un comandante gallego afincado en León, Luciano Cortizo, que iba acompañado de su hija adolescente, Beatriz. Eran los que llamaban «años de plomo», en el País Vasco, habían caído unos cuantos leoneses, pero esta bomba estalló en el corazón de la ciudad y se llevó a un leonés.

El entierro se puede imaginar, el dolor también... y después llegó el silencio, elegido por esta familia golpeada por el terrorismo. Se supo que Beatriz Cortizo se recuperó en lo físico y poco más.

La familia ha vivido su dolor con absoluta discreción. No encontrarás una declaración, una entrevista, y se las han pedido. Ni tan siquiera presencias públicas.

El año pasado el Ayuntamiento de León realizó un homenaje al comandante asesinado y su hija Beatriz y su viuda Margarita Ordóñez acudieron al acto, discretas, en muy segundo plano; tan solo con un paso al frente para recibir un ramo de flores de manos del general Torcal que había estado al frente del acto castrense. Hizo declaraciones el alcalde, las dos mujeres se fueron en silencio, el mismo silencio en el que han vivido los 25 últimos años. Todo el mundo entendería unas palabras de reproche, de dolor, de petición de justicia, pero apostaron por el silencio.

Esta semana ha sido juzgada la llamada autora intelectual, la que ordenó matar a Luciano Cortizo. Han pasado 25 años, han tenido quever su imagen, han tenido que aguantar 25 años...

Y han vuelto a guardar silencio viendo la cara de la tal Anboto, ni siquiera eso lo ha roto.

Es complicado contar una noticia así, importunar el desgarrador silencio de Beatriz, pero...