En calles, plazas y terrazas de León se escuchaban ayer diferentes explicaciones, desde quienes salen de casa con ella puesta para no olvidársela hasta los que de verdad consideran que existe riegos de contagio, aunque sea en espacios al aire libre.
La prudencia impera para los que no están vacunados o para muchos que sí lo están pero consideran que la población inmunizada todavía no da suficientes garantías Caminar por la calle sin mascarilla es un paso más hacia la normalidad, pero muchos prefieren mantener la progresividad de la desescalada y no eliminar su uso de manera radical. Aunque en algunos puntos del Casco Histórico se pudo observar mayor relajación, la tónica fue el uso de la mascarilla en los integrantes de grupos, en personas mayores, pero también en mucha población joven.
Por cortesía
La cortesía también es un factor importante y son varios los leoneses que afirman que "lo correcto es ponérsela si estás con alguien que la lleva, porque todavía no se siente seguro". En este sentido, la prudencia impera para los que no están vacunados o para muchos que sí lo están pero consideran que la población inmunizada todavía no da suficientes garantías de remisión de la pandemia. En la misma línea, en la calle también se apunta a las nuevas variantes y otros, más pragmáticos, señalan que tienen próximas las esperadas vacaciones y que por eso extreman la precaución.
Con todo ello, la estampa de las calles sin un patrón claro entre «comodidad» y «protección» refleja que el fin de la prohibición no era deseada en la misma medida por los leoneses y demuestra, una vez más, que en la lucha contra la pandemia prima tanto lo colectivo como lo individual.