03/01/2019
 Actualizado a 16/09/2019
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A quién coño le importa que Cataluña se haga independiente?, ¿qué nos importa, a la mayoría de los mortales, que VOX irrumpa con una fuerza inusitada en los parlamentos regionales o en el nacional?, ¿por qué damos tanto pábulo a la compra de un casoplón, en una de las zonas pijas de las afueras de Madrid, por el líder de Podemos?, ¿tiene algún relieve, más allá de lo anecdótico, que casi todos los medios de comunicación de este país nuestro dediquen horas y horas a hablar, mejor dicho, a remozarse en el fango que trae consigo el asesinato de una pobre chica a manos de un tarado? A todas estas preguntas la respuesta es no.

En el año nuevo recién comenzado, a los leoneses (y supongo que a la mayoría de los españoles) lo que nos interesa es saber por qué la electricidad está más cara que nunca; por qué el pasado día 31 se terminaron de cerrar las minas de carbón; por qué llenar el coche de gasolina es un acto heroico, habiendo bajado el barril de petroleo de casi 90 euros a 65; por qué no se han juzgado, sentenciado y puesto entre rejas a todos los políticos que han estado hinchándose los bolsillos del dinero de las ‘mordidas’; por qué siguen muriendo a cientos los pobres africanos que huyen de la miseria y que se embarcan en un viaje arriesgado y sin retorno en las aguas del Mediterráneo... Podría seguir casi hasta el infinito. Parece, cada día más, que los políticos y, sobre todo, los medios de comunicación tienen sus preocupaciones y el resto del mundo otras. Lo del carbón y lo del precio de la luz, nos es verdaderamente enojoso a los leoneses. Asturias y León vivieron del carbón durante decenas de años y los pueblos y comarcas que lo han producido sobreviven, ahora, con las pensiones de los viejos, porque todos los planes de reindustralización han quedado en agua de borrajas. Y no hablemos de los pantanos, de los que nuestra provincia anda muy surtida. Se da la paradoja de que ninguno produce electricidad. En cambio, la mayoría de los ríos que los surten están llenos de minicentrales, de propiedad privada, por supuesto. En el sistema capitalista en el que vivimos, parece que está feo, que da asquito, que produce sarpullido que el estado, las diputaciones, los ayuntamientos o las juntas vecinales creen riqueza mediante una explotación adecuada de los recursos naturales que poseen. En cambio, está fetén que llegue un tipo, que normalmente no es del pueblo, incluso no es de la provincia, y se le concedan, de forma leonina la mayoría de las veces, todos los permisos para, por ejemplo, crear minicentrales. Si es muy sencillo, joder: mi pueblo o los cientos de pueblos que tienen la suerte (y en León son mayoría) de tener un río con cauce, pide un crédito y la construye y tienen sus habitantes la luz a un precio razonable, no teniendo que pagar las burradas que se pagan ahora.

Desgraciadamente, tenemos que conformarnos...; es lo que da el campo.

Uno no ha incurrido nunca en la tontería de los buenos deseos que se hacen a principio de año. Me parecen una estupidez, mayormente porque nadie termina cumpliéndolos, por lo que me evito el sonrojo. Pero este año si los haré. Primero: ejercer de venezolana y pedir a quien proceda que este año no haya una guerra que lo mande todo a tomar por el culo. Sí, no os riáis, que mandando quien manda en Estados Unidos puede pasar cualquier cosa. Segunda: que el Athlétic Club de Bilbao no baje a segunda, aunque tengamos casi todas las papeletas para que nos toque. Sería una pena que el último equipo romántico de España dejase de jugar en la liga de los mayores. Sé que hay mucho desaprensivo (sobre todo los de la Real Sociedad y los del Osasuna) que estarían de fiesta una semana si ocurre, pero no les vamos a dar ese gusto. Tercero: que los medios de comunicación dejen de hablar de lo bien que juega Doncic en la NBA y Cristiano en la liga italiana. Uno está harto de estos ataques de madriditis que tienen todos ellos, desde el Marca a la televisión pública y, la verdad, no lo entiendo. En la liga de baloncesto americana juegan ocho españoles, tan buenos o mejores que el pollo esloveno y que han ganado muchos más títulos que él, así que, por favor, a cagar a la vía. De lo de Cristiano es mejor no hablar, así que chitón. Cuarto: Que los escritores españoles (no todos, por supuesto, pero sí muchos) dejen de escribir novelas históricas. Aburren a las ovejas modorras porque, por desgracia para ellos, casi ninguno es historiador y dicen unas tonterías tan grandes como es su ignorancia. A esto se llama intrusismo profesional. Quinto y último: que se mueran los feos y demás fauna rara, que son los que ligan. A ver si así un servidor logra comerse un rosco. Feliz año nuevo.

Salud y anarquía.
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