29/05/2019
 Actualizado a 15/09/2019
Guardar
Cuenta Francisco Umbral que Valle-Inclán consideraba los bares como uno de los pilares de la sociedad, hasta el punto de que el hombre español –eran otros tiempos– necesitaba acudir al bar, ya que en el trabajo no podía opinar, en casa no le dejaban y, claro, no podía irse a la cama tranquilo sin expresar todas las opiniones que tenía. Por esto iba al bar, a opinar.

En estos tiempos modernos, parte de la decadencia de los bares se debe, no a que los españoles –ya sin distinción de género– nos hayamos liberado de la urgencia de opinar, sino a que ahora existe un lugar virtual –un no lugar– llamado Twitter, en el que evacuar nuestras opiniones, que, en mi opinión, es lo más parecido a la puerta de los retretes en las que uno escribía lo que le venía a la mente, mientras el cuerpo estaba ocupado en mejores menesteres. Comparado con el bar, a Twitter le veo tres deficiencias: no tiene la excusa de la ebriedad, tampoco el freno de tener delante a la persona física que puede responder haciendo uso del «argumento baculinium» y falta el camarero árbitro que medie en la disputa y ponga paz, llegado el caso.

No obstante, hay que reconocer, que también se puede encontrar ingenio en este ‘váter-twitter’. A propósito de la reciente polémica sobre las donaciones de Amancio Ortega a la Sanidad pública –me ahorro los juicios de valor–, me envía mi amigo Dionisio el siguiente ‘tweet’: «Si yo fuera Amancio Ortega, compraba Podemos y lo convertía en una peña taurina». Y me recuerda a continuación que esto mismo fue lo que yo hice con la tuna del Colegio Mayor. Así fue, todos tenemos un pasado. Por razones que no vienen a cuento, en aquellos años creía perniciosa la tuna. Al jefe de tuna lo elegía la asamblea colegial. Me presenté. Salí elegido. Y disolví la tuna.

Esta táctica de acabar con el enemigo desde dentro, quizás la deberían tener en cuenta los independentistas que anhelan separarse de España. En lugar de presentarse a las elecciones sólo en ‘sus’ territorios, podrían presentar candidaturas en todo el Estado. Quién sabe. Igual arrasaban y entonces sí podrían disolver España, sin dar tanto el coñazo con un derecho de autodeterminación, que ningún ordenamiento internacional les reconoce.

Y la semana que viene, hablaremos de León.
Lo más leído