Es por eso que desde que se supo unos 3 meses antes que Shakira iba a actuar en el Nuevo Estadio Antonio Amilivia (lo de Reino de León llegaría después), muchos leoneses bloquearon sus agendas con un plan imperdible, el de disfrutar del directo de la que era una de las artistas del momento, ya que de hecho se rumoreaba su actuación en la final del Mundial de Alemania que entonces se estaba disputando. Aquello tuvo que esperar 4 años más, España ganaría el Mundial, ella conocería a Piqué y... bueno, el resto es historia.
El caso es que en ese momento todo apunta a que Shakira sabía de fútbol lo mismo que el de miles de leoneses que seguramente pisaron por primera vez aquel estadio que ya llevaba más de una década funcionando y donde los dramas futbolísticos se amontonaban sin demasiado interés para aquellos afortunados sin laenfermedad del culturalismo.
Era el primer gran concierto del Nuevo Amilivia y la expectación fue patente incluso durante el día previo, con gente acampando a la puerta para ver aquel concierto en el que la colombiana presentaba su disco ‘Fijación Oral’. Unas 18.000 personas se dieron cita en un estadio que pese a la gran entrada no agotó las entradas y en el que, quizás porque al estar en parte financiado por el ayuntamiento y tener las entradas más baratas de la gira, fueron muchos los fans llegados desde diferentes puntos del país.
Una noche redonda, porque Shakira se marcó un repertorio plagado de grandes éxitos de ayer y hoy, sin demasiado buceo en su discografía que a buen seguro agradecieron los no tan aficionados a la de Barranquilla, que hizo las delicias de unos y otros con sus característicos movimientos de cadera. Con una sensacional banda para el directo, el montaje del escenario fue polémico. Muchos se quejaron de que no veían a la protagonista (que no pase del metro y medio no ayudaría) y tuvieron que seguir la acción por dos grandes pantallas. Además, entre escenario e iluminación redujeron mucho el aforo. Nunca llueve a gusto de todos.
