jose-alvarez-guerrab.jpg

Desde afuera de mi ventana

08/05/2020
 Actualizado a 08/05/2020
Guardar
Porque claro, el sábado salimos pasear un poco. Dadas las circunstancias, si tuviera que de alguna manera definir mis impresiones, no puedo evitar poner sobre el papel algo que, nada más salir a la calle, relativamente ocupada, incluso con algún coche, me vino a la cabeza: «qué buenas son las madres carmelitas, que buenas son que nos llevan de excursión». No lo puedo evitar, reconozco que es una observación bastante ácida, pero creo que las circunstancias lo justifican.

Porque, la verdad, esa es la sensación que tengo: me han metido en casa (y yo me he encargado de hacerlo a rajatabla, pues no era una broma), y me han concedido la gracia de poder salir, ahora, un poquito. No porque haya una razón estructurada y convincente; sólo porque ha bajado el número de contagios y se han frenado los fallecimientos (por qué decir muertos y no fallecimientos, palabra mucho menos dramática, aunque al final sea igual de dolorosa).

Supongo amigo lector que si tienes WhatsApp o similar, estás recibiendo todo tipo de información, comentario, chiste o guasa, para entretenerte o informarte (más o menos). Y si no, radio macuto, que siempre funcionó muy bien.

Y de todo ello, personalmente, saco una conclusión: son todos los que están, pero no están todos los que son. Y que no me vengan con mandangas, porque al menos en lo que personalmente he vivido y comprobado, de los que conozco que han pasado victoriosos por el virus, ninguno ha sido ni comprobado ni, por tanto, incluido. Y de los fallecidos, algo así como un 40% han pasado en directo a simplemente fallecido, entre ellos un familiar.

Así que no puedo evitar tener una sensación de desasosiego e inquietud. Interprétese como se quiera.

Ya en el anterior artículo de opinión, que, mire usted por donde cayó en Viernes Santo, escribí que el confinamiento, tal y como se había implantado, me parecía tardío y precipitado, así que mientras hacía ese paseo extraordinario, no pude evitar el pensar en qué hubiera pasado, en cómo habría sido todo esto, si desde una o dos semanas antes se hubiera puesto en marcha, al menos, un plan como el que ahora mismo estamos llevando.

Pero no vale llorar sobre la leche derramada. Saquemos el mejor partido posible de la situación, porque, a pesar de todo, de los errores y las sospechas, la vida sigue, a trancas y barrancas, pero sigue.

Y no voy a decir que no hay mal que por bien no venga, pues según he leído, que no visto por eso del radio de 1 km. tiene sus limitaciones, se va a sustituir el colector de la calle Legión VII. Vale, en condiciones normales esa obra supondría un problemón de tráfico en el centro de la ciudad. Ahora, en estas circunstancias sin duda que todo será más fácil. Además, falta hace, y no solamente allí.

Pero claro, hay una coletilla: servirá para acelerar la peatonalización de la zona.

No soy contrario a la peatonalización, pero sí a que se haga por moda. León tiene una estructura viaria complicada, no es como Barcelona que con su ordenación reticular, permite cerrar unas calles evacuando vehículos por otras sin ningún problema. Aquí eso es muy complicado si no se hace un buen estudio previo que, insisto no es fácil, además de que sea lo que mandan las reglas del arte.

Dado el momento y las circunstancias, podemos pasar sin peatonalizar esto y lo otro y lo de más allá, léase Ordoño II (que se ha entregado a bicis y similares que, además ser escasos, muchos siguen circulando por las aceras), y dedicar todos esos fondos a cosas evidentemente mucho más necesarias, como revitalizar el comercio y la hostelería de la ciudad, que falta le hace y más falta le va a hacer.

Dejemos en buena hora esas veleidades y pongamos la vista más cerca, hágase un verdadero programa de ayuda para levantar esta ciudad en decadencia, que ya había perdido el pulso que la aupó en los años sesenta y que, ahora, si no se remedia, será aún peor. Y espérense las peatonalizaciones, que de poco le va a valer al ciudadano y al comercio de todo tipo… si no hay de qué ni con qué.

Por cierto, una más. Qué nos dicen todos aquellos agoreros de la «destrucción» de la Plaza del Grano. Vayan a verla. Dónde está ese hormigón que lo iba a invadir todo. Dónde el desaguisado que se iba a cometer cargándose todo el verde interpiedras. Defendí la reforma, más bien la mejora, y seguiré defendiéndola. Antes de hablar y enfollonar, hay que enterarse y saber de qué se habla.
Lo más leído