10/10/2017
 Actualizado a 13/09/2019
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Imagine usted que tiene una broza en un ojo o un pequeño pincho en un pie. Se trata de algo insignificante, ni siquiera es grave, pero puede inutilizarle para ejercer cualquier actividad. A veces en la vida sucede que nos olvidamos de las cosas verdaderamente serias, porque perdemos el tiempo en otras de las que se podría prescindir. Así, por ejemplo, una vez más nos viene la tentación de hablar de Cataluña, como en semanas anteriores, pero es lamentable que el lío que han montado algunos irresponsables provoque que se centre en ellos toda la atención, olvidando otros graves problemas que tienen España y el mundo.

Grave ha sido el atentado de las Ramblas, pero ¿quién se acuerda ahora de los muertos y heridos? Se acuerdan, ellos solos, los que siguen notando cada día más la ausencia de sus seres queridos, o los que sufren en su carne las secuelas de sus heridas. Hace poco era noticia el terremoto de Méjico y, mientras ya nadie habla de él, sus víctimas siguen esperando una solidaridad efectiva que no llega, sin familiares, sin hogar, a la intemperie… Y otros aquí quejándose de vicio.

Entre tanto nosotros estamos gastando energías por culpa de unos fanáticos nacionalistas que se inventan los problemas al tiempo que están llevando a su tierra a la ruina. Ylos que sí tienen verdaderos motivos para quejarse, miles de refugiados a las puertas de Europa, viviendo en condiciones indignas de un ser humano, ven cómo les cerramos las puertas con una falta de compasión y de solidaridad que claman al cielo. Nos da igual que los fondos del Mediterráneo se hayan convertido en un cementerio, plagado de miles de cadáveres de hermanos nuestros que con todo derecho aspiraban a una vida mejor. Nos da igual que el planeta tierra se deteriore a marchas forzadas, nos da igual que cientos de miles de conciudadanos no encuentren empleo, o que aumente la violencia en el seno de las familias. Y si no nos da igual, en la práctica estamos centrando tota nuestra atención en problemas imaginarios, en cuestiones de las que se podía prescindir perfectamente.

No tenemos ni idea de lo que podrá ocurrir desde el momento en que estamos escribiendo estas líneas hasta el martes día diez de Octubre que salgan a la luz. Ojalá terminara cuanto antes este culebrón para que el pueblo español unido pueda centrar sus energías en lo verdaderamente importante. Ojalá la gran manifestación del 8-O pudiera evitar la aplicación del 155, y quedara en manos de la justicia dar a cada uno lo suyo.
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