23/05/2022
 Actualizado a 23/05/2022
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En León hay trabajadores fijos cuyo empleador es una empresa de trabajo temporal, pero trabajan para un cliente de esa ETT. Están fijos por ETT.

No se quien se sorprende en León de que ahora no haya trabajadores solventes en numerosos campos cuando 1) han estado 15 años sin contratar jóvenes, el paro juvenil ha llegado al 30 %; 2) los buenos, que son los que pueden irse, ya se han ido; 3) lo que ofrecen no es tan atractivo como para que el que no lo necesita lo acepte; y 4) sí, estas generaciones preferimos consumir expresiones culturales postmaterialistas que dar una pelea que comienzas con las manos atadas a la espalda –me alegra mucho que en algunas patronales hayan leído a Ronald Inglehart y lo traduzcan a su jerga agorera–.

El centro de trabajo de León en el que el comité de empresa viene teniendo más éxito en las negociaciones es del de una de las mayores fortunas del mundo, paradigma del esfuerzo y el talento para unos, explotador, contaminador, evasor y manipulador para otros.

En León ya han sido elegidos representantes legales de los trabajadores de un empresa los candidatos del sindicato Solidaridad, el de Vox, el partido que ataca a los sindicatos de clase.

Grandes agricultores leoneses compran pisos levantados gracias a fondos de inversión que los expulsan de las tierras pagando a los propietarios de las fincas precios que no pueden igualar.

Los perros de los pastores persiguen ‘frisbees’ (disco voladores) en lugar de ovejas y cruzan entre las piernas de sus amos en vez de dar vueltas al rebaño.

La tienda del barrio queda mejor en las redes, pero los centros comerciales y las webs venden más.

El Húmedo no es barrio, los claretes son rosados, los cortos no rentan, el periódico apoltrona, el fútbol no llena y la hoja deportiva del domingo por la tarde suena a Gutenberg.

La realidad es una. La clase tiene dos atributos, la pertenencia y la conciencia, y es el primero el que manda.
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