No nos faltan leones con el rabo tan levantado como nuestros prebostes dicen que lo tienen estas tierras, por más que las estadísticas nos lo metan entre las piernas para coger asustados esos trenes que llevan a los mejores de los nuestros a buscar trabajo lejos, para ver cómo los mineros se quedan en casa, para comprobar con desesperación que nuestra eterna buena leche se pudre ahora en las ubres de las vacas porque ordeñarlas sólo supone perder vida y dinero, pues el histórico camión de la leche ha decidido que no vuelve a pasar.
La fiesta ya no durará hasta que pasen las lecheras porque las lecheras, de momento, no volverán a pasar.
«¡Alza el rabo León!»gritamos orgullosos en el Nuevo Reino obviando que enfrente tenemos míticos equipos como el Coruxo, Arandina, Somozas, Tudelano, Lealtad, Izarra y hasta nuestros paisanos de Astorga, que si tienen obispo de la misma división ¿por qué no van a tener equipo?
El paisano no parece meditar sobre el rabo del león, ¿alzado o entre las piernas? Dicen del perro que si caza... piensa él de la maceta, si se descansa.
¿Y los municipales? También para ellos puede haber dilema ¿Primero el descanso o el respeto a la identidad? Nunca olvido la anécdota de la madre de un compañero, fue a una exposición a Madrid, llegó reventada, la mataba el calor y vio la silla... «¡Señora, ¿pero como se sienta en la performance!?».
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