Derrotas triunfales

Por Alejandro Cardenal

Alejandro Cardenal
06/01/2022
 Actualizado a 06/01/2022
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Bilardo dijo una vez que del segundo no se acuerda a nadie. No tengo ninguna intención de menospreciar a la última persona que ha sido capaz de hacer campeón del mundo a un país en el que el fútbol es una religión, pero creo que en este caso patinó notablemente.

Sí, vivimos en una sociedad con nula tolerancia al fracaso. Por mucho que de pequeño te bombardeen con mensajes ‘buenistas’ y te martilleen hasta la saciedad con aquello de que lo importante es participar, más pronto que tarde te das cuenta de que todo eso es una pantomima y que se juzga a las personas por la importancia de sus éxitos. Qué asco.

Lo bueno es que no siempre es así. Sigue habiendo pequeños ‘oasis’ de lucidez en el mundo para recordar que también hay honra en las derrotas. Solo así se explica que más de 2.000 años después sigamos recordando a Leónidas, que nos sigamos tragando cualquier cosa en la que aparezca Samuel L. Jackson aunque nunca vaya a llevarse un Oscar o que Ronaldo –el gordo– sea el mejor delantero de la historia sin ganar una Champions.

Tampoco pretendo ahora descubrir la rueda. En el deporte, evidentemente, lo importante es ganar, pero creo que muchas veces no se puede analizar la valía o el mérito de un deportista o de un equipo únicamente por el resultado cosechado.

Por eso creo que la Ponferradina tiene motivos más que suficientes para marcharse de la Copa del Rey con la cabeza alta. 120 minutos y 5 penas máximas necesitó el Espanyol para conquistar El Toralín. Hasta hace no mucho la sola presencia de un Primera era toda una fiesta y ahora faltó muy poco para cargarse a un equipo que está a cuatro puntos de Europa y que salió con toda la artillería.

Ni los ‘ecos’ del inefable atraco del Tartiere, ni la desafortunada lesión de Enrich, ni el gol tempranero de Pedrosa amilanaron a la Deportiva. Cada minuto de la segunda parte fue un regalo adelantado de Reyes. Y el gol de Yuri y su despeje bajo palos en el último suspiro, otro capítulo más para la leyenda del ‘10’.

Así que no nos queda otra que sentirnos orgullosos. Porque sí, del segundo también hay que acordarse.
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