juan-pablo-garcia-valades-3.jpg

Derecho fundamental a nacer

17/02/2023
 Actualizado a 17/02/2023
Guardar
Hay temas opinables en los que prácticamente todos podemos llegar a un acuerdo o, por lo menos, tener puntos en común que nos hagan llegar a una postura cómoda para todas las partes, pero luego hay temas profundamente morales en los que las posturas son casi imposibles de acercar, temas esenciales para el ser humano que trascienden la política y el electoralismo.

Si hay un tema que es verdaderamente peliagudo es el del ‘derecho’ al aborto, cuya ley fue reformada ayer en el Congreso de los Diputados. Reforma mediante la cual, las niñas de 16 y 17 años pueden abortar sin conocimiento ni consentimiento de sus padres, se eliminan los tres días de reflexión y se estipula la creación de registros de médicos objetores de conciencia.

Es sorprendente que, para operar a una menor de edad de apendicitis, se necesite el permiso de sus progenitores, pero para otra intervención importante, en la que un ser vivo muere y otro puede arrastrar trastornos psicológicos importantes para toda su vida, no sea necesario contar con los padres.

También llama la atención la importancia que se ha dado en la eliminación de los tres días de reflexión, incitando a la toma de decisiones precipitadas, fruto de la angustia y animando a las chicas a que decidan algo tan trascendental para ellas y para ese niño en desarrollo, en ‘caliente’, lanzando un mensaje de «quítate el problema cuanto antes de encima».

Como en tantos otros temas, el aborto se ha llevado al campo ideológico, en un supuesto derecho fundamental de la mujer a decidir sobre su cuerpo, abrazándose desde asociaciones radicales feministas el aborto libre, universal y gratuito, contra una supuesta opresión heteropatriarcal y unas imposiciones religiosas a las que les encanta aludir.

Pónganse por un momento en el pellejo de esas feministas radicales si los abortos en España se practicasen sistemáticamente en bebés niñas por el mero hecho de ser niñas. No estoy diciendo ninguna barbaridad, ya que, en China, por ejemplo, durante muchos años se ha aplicado el aborto selectivo por sexo, hasta llegar a la cifra de 800.000 niñas al año a las que se les ha impedido nacer. ¿A que ya no parece tan feminista el aborto?

Por mi parte y aceptando que, para procurar cierto consenso social sea necesario una ley que regule el aborto, como liberal convencido, soy profundamente contrario a terminar con la vida de un ser humano, mida 10, 30 o 50 centímetros, porque, si bien hay que garantizar la libertad individual de la madre, parece que se olvida que no se trata de extirpar un forúnculo, se trata de terminar con la vida de un ser humano al que se le niegan sus derechos y que no es culpable en absoluto de haber sido engendrado.

Hay que poner el foco en por qué puede ser una mala noticia el nacimiento de un niño, entender qué es lo que produce esa angustia y la necesidad de abortar y legislar para intentar ayudar a esa mujer, para que el aborto sea la última opción, ya que, no hay motivo social, económico o familiar que justifique la muerte de un ser humano.
Lo más leído