12/02/2021
 Actualizado a 12/02/2021
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No sé si será la edad, pero desde hace un tiempo, noto como si todo fuese demasiado deprisa. Las normas escritas y no escritas de hace tan solo unos pocos años, ahora ya no funcionan. Los códigos de comunicación cada vez son más distintos, lo que antes era blanco ahora es negro, lo que antes era malo ahora es bueno, el honor y la palabra cada vez tienen menos valor e incluso, ya no es igual de qué nos podemos ofender y de qué no.

Todos estos cambios los experimentamos en la educación, en los medios de comunicación, en la política y hasta en la economía. La gente ahora te habla de criptomonedas y blockchain como si fuesen auténticos piratas informáticos e invierten en Bitcoin tan tranquilos, como si se tratase de comprar cualquier acción o fondo de inversión.

Se sigue a nuevos gurús en plan mesías, como al multimillonario y director general de Tesla, Elon Musk, que a golpe de tweet hace multiplicar o hundir cotizaciones y se permite arriesgar el 10% de la tesorería de su empresa, de la que me reservo mi opinión, en un activo de alto riesgo como el Bitcoin. Presagio de peligroso burbujón.

Es la nueva cultura del pelotazo, los nuevos años 2000 en los que volvemos a experimentar las mismas euforias que vivimos con la fiebre de internet, pero con otros protagonistas, otras modas efímeras y otros pardillos a los que dejar pillados.

Encontramos plataformas online como Reddit en la que millones de usuarios ‘quedan’ para manipular cotizaciones de corporaciones y materias primas como si en lugar de invertir en empresas de las que dependen miles de puestos de trabajo, fuese todo un juego de azar, una especie de bingo de barrio, pero con mucho más glamur.

Nuestros políticos se dirigen a nosotros con 280 caracteres y, como el bombardeo de información al que estamos sometidos es tan apabullante, esos 280 caracteres nos parecen demasiados y nos quedamos con la información de los 100 o 120 primeros.

Desde la política también nos quieren decir qué es lo que nos puede ofender y lo que no, y son precisamente los de ‘la piel más fina’ los que ahora quieren cambiar las leyes a golpe de rap, para determinar hasta dónde y lo que es más preocupante, hacia quién, se puede aplicar o no la libertad de expresión.

Quieren que a partir de ahora no sea delito insultar a la Corona, pero denuncian a quien come roscón o pone el himno en las inmediaciones de la Dacha de Galapagar, se puede insultar a los sentimientos religiosos católicos, pero se blinda y protege cualquier otra religión que venga de fuera de nuestras fronteras, se pretende descriminalizar la exaltación del terrorismo, pero se homenajea a un régimen criminal como el comunista, se pide luz y taquígrafo con las decisiones políticas, pero se oculta el uso del falcon por parte de Pedro Sánchez, por seguridad nacional.

Seguro que lo que me pasa es que me estoy haciendo viejo, pero qué quieren que les diga, ahora, muchas cosas apestan.
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